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 Crónicas gabarreras:   Inicio >  En los sentimientos >  Querido abuelo (Manuel Fraile Gala).  


Foto: Teresa Gala

Voy a hablaros de mi abuelo Goyo, a pesar de no haberlo conocido puesto que soy uno de los nietos pequeños y él murió hace ya casi 27 años. Mi abuela Isabel y mi madre se han ocupado de hablarme tanto de él, que es como si le hubiera conocido.

Nació en Valsaín en los años veinte; era el tercero de cuatro hermanos: Román, Victoria, Gregorio y María. Su padre era carretero y murió aplastado entre dos carros cuando ellos eran pequeños; lo que significa que su infancia no fue del todo feliz. Empezó a trabajar duro desde muy joven, puesto que al faltar  el cabeza de familia todo era poco para aliviar algo la economía de la pobre abuela Faustina, que era su madre, o sea, mi bisabuela. Tenían vacas que ordeñaban y repartían la leche hasta  La Granja. Iban cargados con las lecheras llenas.

Así fue trascurriendo su vida hasta que llegó  la edad de hacer el servicio militar, que por aquel entonces no se salvaba nadie, ni por ser hijo  de viuda como era el caso. Hizo la mili en Melilla y según mi abuela las pasó canutas. Vino  desnutrido y lleno de miseria junto a su amigo y compañero Luis Fernández “Maisón” también fallecido; que hicieron juntos la mili.

Foto: Teresa Gala

Después se hizo novio de mi abuela Isabel y se hicieron la  casa del río (en la que hemos pasado todos parte de nuestras vidas y es una casa muy  importante para todos nosotros). Se casaron y tuvieron cuatro hijos: mis tíos y mi padre  (Mariano, Antonio, José y Javi). Siguió trabajando muchísimo; fue gabarrero, vaquero y,  aunque empezó a trabajar en la Fábrica de Cristal, nunca dejó sus vacas, su leña y sus tareas de siempre. Los primeros años de la fábrica, dice mi abuela que iba en una “guzzi”, que tenía  muy viejilla, aunque cayeran chuzos de punta.

He pasado por alto la época de la Guerra, que también vivió mi abuelo, pero aún no me lo ha contado bien mi abuela. Igual, el año que viene  os cuento más de mi abuelo, que fue ante todo un buen hombre y yo estoy muy orgulloso de ser nieto de una persona que, a pesar del paso del tiempo, la gente se acuerda de Gregorio Fraile Sastre como un hombre trabajador, honrado y buena gente: “Mi abuelo Goyo”.

Manuel Fraile Gala.

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ABUELO GOYO

Sus ojos verdes como esmeraldas,
su cuerpo recio como una lanza,
su cara alegre de sienes blancas
se marchitaban sin esperanza,
y sus lamentos siempre en voz baja
se nos clavaron como navajas.

Una noche de septiembre,
en agónico silencio,
se le cerraron los ojos
en el más profundo sueño.
Ya soltamos los sollozos
que apretaban nuestros pechos.

Los más valientes pudimos
darle mortaja a su cuerpo.
Le llenamos de caricias, de lágrimasy de besos.

Estuvimos junto a él
velando su quieto cuerpo.
¿Adónde fue su alegría?
¿Adónde su bella estampa?
¡Qué triste fue su agonía!
¡Qué triste quedó su casa!

Teresa Gala.

©Pedro de la Peña García | cronicasgabarreras.com