Crónicas Gabarreras 13
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Foto: Paulino GonzálezLa Historia de Valsaín está escrita por sus gentes. Ellas, y nadie más, son sus protagonistas principales

Valsaín, nombre que en su evolución desciende de Vallis Sapinorum, denominación dada por los romanos a este precioso valle que rodean los macizos de Peñalara, Siete Picos y Mujer Muerta, y que tiene en su extraordinario Pinar, de pino silvestre albar, la huella dejada por el paso de los ejércitos de Roma en su conquista de la Península Ibérica, a la que llamaron Hispania. Esa huella no es otra que la calzada romana del paso de La Fuenfría.

La República Romana, en tiempos de la Antigua Roma, tuvo por costumbre, a iniciativa del Senado, construir arcos de triunfo para celebrar, ensalzar y festejar los triunfos militares de sus ejércitos. El mayor número de arcos de triunfo romanos fueron levantados con posterioridad, en la época del Imperio Romano. Eran dedicados a algún general, aunque no siempre el motivo por el que se construían fue una victoria militar.

Corría el año de 1964, hace ahora cincuenta años, y en toda España se dejaba sentir la propaganda oficial, cuyo lema era “25 Años de Paz”. Se conmemoraban los veinticinco años del final de una triste contienda entre hermanos, la Guerra Civil Española.

Recuerdo que, de lo alto del Acueducto de Segovia, colgaban grandes carteles alusivos a esta conmemoración. Aún se encontraba internado mi abuelo, Felicito Montes, en una clínica segoviana, convaleciente de una rotura de rodilla que se produjo durante el invierno anterior, cuando los pude observar con ocasión de ir a visitarle a la clínica.

El año fue transcurriendo para mí con la alegría de la recuperación de mi abuelo. Pero además, porque aquella primavera de 1964 iba a ser una primavera en la que un grupo de niñas y niños de Valsaín, entre los que yo me encontraba, íbamos a celebrar nuestra Primera Comunión. Fue el 7 de Mayo de 1964, festividad de la Ascensión, en la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Rosario de Valsaín.

Eran tiempos duros los que corrían. De ahí que había que celebrar la vida. Y la Primera Comunión de alguno de sus miembros, era un motivo grande de celebración para las familias de Valsaín.

La vida en Valsaín había evolucionado poco. El trabajo en el Pinar y en la fábrica se desarrollaba de manera tradicional. Gabarreros, cortadores y carreteros en el Pinar, y obreros en la fábrica, eran los protagonistas de una vida laboral durísima, sin apenas descanso.

Las Fiestas del Rosario vinieron a poner, tras un seco y caluroso verano, el merecido descanso para unos jornaleros curtidos por el rigor del hielo y de la nieve de los inviernos, y del extenuante calor de los veranos.

Foto: Emilio Montes

Pasadas las Fiestas, como en años anteriores, Patrimonio Nacional daba en la fábrica la paga del “quinquenio” a sus trabajadores. En este año de 1964, desde altas instancias oficiales quería darse relevancia al acto, y para ello iba a asistir a presidirlo el almirante de la Armada Don Luis Carrero Blanco. Además, desde esas mismas instancias oficiales, se ordenó que fuese recibido con honores, sonaría el Himno Nacional a su llegada y habría un arco de triunfo en cuyo ático, por ambas caras, estaría colocada la Bandera de España.

Y ese arco de triunfo había que hacerlo. Había que ponerse manos a la obra. Se levantó junto a la carretera de Valsaín, frente a la iglesia y a las escuelas.

Las pilastras de cada lado del arco, las formaban cuatro latas de igual medida sustentadas en la tierra, en hoyos que fueron cavados para introducirlas a la misma profundidad. Alrededor de las latas, y para sujetarlas entre sí, se fueron clavando tablas de igual medida y grosor, a modo de cenefa, desde abajo hasta arriba. Las pilastras ya estaban hechas.

A continuación había que hacer el ático. Tablones de la extraordinaria madera de Valsaín fueron utilizados para hacer una especie de caja que iba clavada a las latas, y unidos entre sí con tablas clavadas, a modo de cenefa también, para su sujeción.

Sólo quedaba por decorar la preciosa y magnífica estructura del arco de triunfo. Y lo hicieron con ramera de pino bajada del Pinar, cortada a diferentes tamaños, según la zona del arco a cubrir.

Finalmente, por ambos lados del ático del arco, y a todo lo largo de él, destacando sobre el color verde de la ramera de pino, se colocó la Bandera de España.

Con la visión de un niño que yo era, me parecía el arco más bonito que jamás había visto.

Hay en Roma arcos de triunfo de gran belleza y valor artístico sin igual. Pero en mi recuerdo, el arco de triunfo levantado en Valsaín, me sigue pareciendo el más bonito de todos. Y sólo por una sola razón: lo hicieron con el trabajo de cortadores del Pinar, y de obreros de la fábrica. El arco de triunfo fue levantado por los buenos carpinteros de Valsaín, y cuyos nombres son: Adolfo García, Lorenzo Tapias, Francisco Martín y Lucio de Miguel.

La Historia de Valsaín está escrita por sus gentes. Ellas, y nadie más, son sus protagonistas principales.

Foto: Cesar de la Flor

Emilio Montes Herrero.


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