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 Crónicas gabarreras:   Inicio >  Los Artistas >  Valsaín: contraste de silencio y grito (Pedro Álvarez Bejarano).  


Foto: Raquel Trilla

Valsaín está quieto, casi parado, rebosa paz y caricias de mar verde. Invita al sosiego, a la vuelta a lo antiguo, a badilas agitando brasas en braseros de bronce, a fotos en blanco y negro repletas de arados y de boinas. Valsaín es un remanso de amaneceres donde el sol no muere. Bosques, pinares y arroyos en silencio, donde se acaban los adjetivos y donde comienza la calma. Una pradera esmeralda o de nieve donde pastan o se duelen de frío vacas plácidas de ubres naranjas y caballos que, a lo lejos, parecen salvajes. Las piedras de un antiguo palacio nos remontan a un pasado de osos y de lobos, de hombres sin miedo y con alma. El arco y los pilares del puente de los Canales nos hablan de doncellas vírgenes, y de ayeres sin cerveza y casi sin risas.

Nostalgia de pregoneros y buhoneros, y mulos cargados de leña. Silencio de brisas tranquilas, suavidad de solsticios de verano. Alas de rapaces surcando su cielo, aviones sin motor, guardianes sin armas, que arañan a las nubes sin herirlas ni dañarlas. Rincones donde habitan los corzos, árboles de gruesos troncos donde se esconden los duendes sin ser vistos. Otoños de marrones rojizos y amarillos templados. Sinfonía de matices, orgasmos de paletas de pintores.

Paseos largos, de botas de montaña apretando los tobillos. Descanso de porrones y morcillas. Pero…, Valsaín se mueve y grita. Las hachas y las sierras mecánicas abaten, en las cortas, la madera de sus elegidos pinos centenarios.

Los gabarreros compiten en disputados concursos y los toros embisten en un coso que ya es para siempre. Las aguas de su río de cristal, que tal vez escapó de algún Belén inanimado, bajan, en los deshielos, torrenciales –casi frenéticas y suben –o parecen subir- en cascadas de espuma y de magia, formando quijadas de burros o trenzas de muñecas sin niñas ni dueñas.

El viento gime con cadencia de atardeceres de fuego creando noches de jabalíes y de zorros. Contraste de silencio y ruido, de relojes de arena y digitales, de quietud y de prisa, de trabajo y fiesta, de gramófonos y de móviles, de radios antiguas y televisiones de plasma. Valsaín: pueblo en marcha, pueblo que crece, que camina… Valsaín grita para que alguien, en su plaza abierta a las montañas, pinte de colores la fachada de su Ayuntamiento transparente y dote de poderes a sus invisibles concejales. Mientras, se abriga el invierno de las lunas llenas y nos anuncia futuros con sonrisas calientes. Valsaín se mueve deprisa…, a ritmo de una música de pájaros.

Pedro Álvarez Bejarano.


©Pedro de la Peña García | cronicasgabarreras.com