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 Crónicas gabarreras:   Inicio >  En los sentimientos >  Antonia (Toñi Concepción Sevillano).  


Antonia Martín Vázquez. Foto: Crónicas Gabarreras

Los pueblos se hacen más grandes cuanto más respetan a sus mayores y toda persona enriquece en conocimientos cuando los escucha.

Traer a estas páginas a uno de nuestros mayores, no es homenajear gratuitamente, es respeto, admiración, agradecimiento, simpatía y muchas cosas más, como dice ella, nací en Valsaín he vivido y vivo en Valsaín y el día que me muera (Dios quiera que sea muy tarde) que me entierren en Valsaín, pero que conste que no me corre prisa.

Es menuda,pelo corto y rizado,de color cano, blanco de la nieve que ha visto caer y castaño para recordar que en su juventud fue una hermosa morena. Sus ojos castaños están hundidos con secuelas de haber sufrido mucho, ha tenido cinco hijos y ha criado a ocho.Se caracteriza por su barbilla marcada,saliente y redondeada, con una cierta gracia picarona;la boca, ¡ay la boca!, con una sonrisa que lleva siempre puesta, habla bajito y es muy coqueta.En las orejas lleva unos pendientes en forma de bola plateados, en el cuello una medalla de plata con la Virgen del Carmen,en la mano izquierda dos aros uno en cada dedo y en un dedo de la mano derecha un anillo blanco, brillante, con una piedra de color rojo que según ella es muy bonito pero tiene un defecto, –¿cuál?, preguntamos– que no es de plata ni de oro,responde.

Mira, por ahí viene, trotando como un rilete, pasito corto, mirando a ambos lados y sonriendo al vernos aquí sentados:
– ¿Qué, de fin de semana?
– A dar una vuelta. ¿Qué tal marchamos?
– Bien.
– Sigue usted tan guapa.
– Tú que me miras con buenos ojos.
– De joven ¿tuvo que ser muy guapa?
– Mira, cuando era joven, me decían que me parecía a mi tía Simona, yo miraba una fotografía que tenía de ella junto a su hermana Josefa con unos trajes muy bonitos y, la verdad, me parecía más guapa que yo, pero me gustaba que me lo dijesen, también me daba envidia de los trajes que llevaban, ahora tenéis todo tipo de ropa, pero antes no.
– Usted se puede decir que es de las mujeres de antes.
– Mira, te voy a decir una poesía sobre las tareas de las mujeres de antes y de las de ahora.

“Cómo han pasado los tiempos y
las labores aquellas
de ir a lavar al arroyo llevando
la ropa a cuestas.
Qué mujeres las de antaño,
siempre confiando en Dios y la providencia.
Todo ese tiempo ha pasado
¿quién no tiene lavadora,
el frigorífico lleno?
Se habla de sacrificio,
cuando la abundancia aprieta”

– ¡Qué envidia! ¿cómo se lo sabe de memoria?
– Yo leo mucho. Cuando algo me gusta, lo leo muchas veces y se me queda.Mira,yo todos los días leo algo, me he leído muchos libros, los últimos, “Los Pilares de La Tierra” y los cuatro de la serie del “Clan del Oso Cavernario”. Me los trae mi nieta Carmina, la de Miguel Ángel,que los saca de la biblioteca.Mira,yo fui durante años del Circulo de Lectores,pero me cansé de comprar y terminé borrándome y me regalaron el ”Decamerón”,¿le has leído? Es muy verde, pero me gustó mucho;cuando le terminé,le escondí para que no le viesen mis nietos,pero no le he vuelto a ver,donde yo le dejé escondido no está, pero nadie ha dicho nada.Yo,a callar.
– Ahora me acuerdo de una historia. La historia de cómo se construyó el Acueducto, ¿la conocéis? Verás...” Una muchacha, que servía en una mansión situada en lo más alto de la ciudad, tenía entre sus obligaciones cuidar de que no faltase en ella el líquido elemento,diariamente tenía que bajar a la plaza del Azoguejo, con dos cántaros.

"A la fuente cada día la mocita va por agua... ....Yo haré llegar el agua a la puerta de tu casa y sí que puedes darme algo a cambio... ¿me darías tu alma? ¿Es apuesta contra apuesta? ¿Mi alma? Claro, y yo ¿para que quiero el alma si no me sirve de nada? Sacó el hombre de negro un pergamino, entregándoselo a la muchacha que debía firmarlo con su propia sangre, en el cual se acordaba la entrega de su alma cuando el agua llegase a la puerta de su propia casa...... El cielo aclara sus sombras porque se acerca el alba...”

Y así podríamos estar horas con ella contándonos historias reales, vivencias, aventuras, poesías, cuentos, chascarrillos, incluso algún chiste verde.

Esta señora es tocaya mía, se llama Antonia Martín Vázquez, tiene 94 años y Dios quiera que la tengamos con nosotros durante muchos más.

Toñi Concepción Sevillano.

©Pedro de la Peña García | cronicasgabarreras.com