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 Crónicas gabarreras:   Inicio >  Personajes >  Ilustres en la historia de Valsaín (Javier Arenal Martín).  


Francisco Giner de los Ríos. Foto: Giner

Es natural que los gabarreros, y en general los vecinos del Valle, manifestemos nuestra admiración y hasta la devoción que sentimos por nuestra tierra. Pero esta productividad sentimental existe en cualquier otra parte. Es interesante medir, pues, los valores de nuestra tierra por las sensaciones que han despertado en los personajes más ilustres y sabios que la han recorrido y hablado de ella en sus respectivas áreas de conocimiento. Los ilustres a los que me refiero son los que han opinado con criterio y han contribuido a la fama que este Valle tiene dentro de la Sierra de Guadarrama. Cierto es que algún personaje más o menos famoso ha pasado por aquí, como muchos actores de Hollywood, pero no quedarán en nuestra Historia en lugar preeminente alguno. Pido perdón por los que se queden en el tintero. No escribo sobre los reyes que pasaron, pues son por todos conocidos, sin, por ello, restar la importancia que tuvieron en el origen de todo el Municipio.

Quién sabe cuántos viajeros se habrán cruzado con los gabarreros por los caminos históricos del Guadarrama o cuántos sabrán sido los que se afanaban en capturar aquel insecto raro, subidos en la copa de los pinos, mientras los hacheros les contemplaban atónitos, descansando el hacha.

Valsaín es un valle de la Sierra de Guadarrama, con dos de sus pasos históricos como los puertos de la Fuenfría y Navacerrada. Además, es un lugar muy cercano a la Capital de España hoy y, en el pasado, a una ciudad de Segovia, importante en la Mesta, lo que ha provocado que sea un valle de tradicional tránsito en las comunicaciones de mercancías, ejércitos y posteriormente fugitivos de la moderna prisión urbana de la Capital. La Fuenfría es el paso histórico que permitió conocer y escribir sobre Valsaín a muchos ilustres. Por ejemplo, Cervantes elige el Puerto de la Fuenfría para el nacimiento de su personaje Rinconete. Asimismo, Quevedo, en El Buscón, hace pasar por dicho puerto a su protagonista. Debemos creer que estos escritores pasaran en alguna ocasión por el Puerto, o bien que llegara a sus
oídos la fama e importancia que tenía en el momento.

En el campo de la Literatura y Poesía, también debemos recordar a Antonio Machado, con su poema “Camino de Balsaín” de 1911. Más tarde uno de los puentes del Valle es elegido por Ernest Hemingway para ser volado por las tropas republicanas en su novela “Por quien doblan las campanas” que, a pesar de los escépticos que afirman que no estuvo la zona, visitó durante la Guerra las posiciones del Batallón Alpino, según dan fe sus supervivientes. El paso de la Sierra maravilló al novelista estadounidense John Dos Passos, y Ortega y Gasset filosofó sobre la relación de complicidad que aquí tiene la Montaña y la Llanura.

Los viajeros extranjeros son otro colectivo de importancia capital a la hora de valorar lo que ha sido nuestro Municipio en la Historia, ya que, dada su condición, visitaban muchos lugares en España y resto de Europa en épocas en las que la movilidad del pueblo llano era muy reducida. Han descrito esta tierra François Bertaut, el Duque de San Simon, Silhouette, el Barón de ourgoing, Townsend, y otros muchos en sus quehaceres diplomáticos con la Corte, que residían períodos determinados en Valsaín, y posteriormente en La Granja. En esta última localidad, en la Calle Embajadores se encontraban las embajadas, de las cuales salieron las noticias y relatos en los que se describió durante años la vida de los gobernantes en San Ildefonso.

Por ejemplo, François Bertaut, lector de Cámara de Luis XIII, describió en 1659 los montes de Valsaín como “los más bellos y espesos pinares del mundo”. O la descripción de Jean François Peyron, en 1777, del paso de la Fuenfría:“Se atraviesan para llegar allí muy altas montañas que se llaman Puerto de la Fuenfría; están cubiertas de pinos centenarios que producen efectos soberbios. [...] En el fondo del profundo valle que forma este grupo de montañas, corre un pequeño río cuyas aguas son extremadamente frías”.

También han existido viajeros españoles que se maravillan al contemplar el Valle, como Juan Gómez de Mora que describe la Casa Eraso en 1626: “Es esta cassa de piedra y cubierta de plomo, y tiene de madera la mejor armadura que se alla en la mayor parte de España. Cuando los Reyes passan al bosque de Balsaín comen en esta cassa y está labrada con esa comodidad”. Precisamente desde la Casa Eraso o Casarás, en 1786 Joseph Townsend describe la vista que contempla:“Sus profundos barrancos y amenazantes peñas, los pinos que los cubren allá donde pueden crecer y los furiosos torrentes que los rasgan, hacen de estas cimas unas tierras de una majestad salvaje”.

O bien, José María Quadrado, en el siglo XIX, describe así su descenso al Valle de Valsaín: “Franqueados ya los límites de Castilla la Vieja, caracolea el camino en rápido descenso a la orilla de barrancos, de cuyo fondo surgen bosques de pinos tan densos como cañaverales, que, mezclando sus copas y entrelazando sus nervudos brazos, forman un piélago de verdor sombrío y un laberinto impenetrable”.

Las Ciencias Naturales han destacado sobre manera en la Sierra de Guadarrama y por lo tanto en nuestro Municipio, dada la cercanía a la Capital, donde se encontraban los centros científicos y de formación, siendo uno de los espacios mejor estudiados en el siglo XIX.

Por poner ejemplos, pasaron por Valsaín geólogos como Casiano de Prado y José Macpherson, botánicos como Dufour y Willkomm, ingenieros de montes como Joaquín Mª de Castellarnau y Rafael Breñosa y entomólogos como Pérez Arcas e Ignacio Bolívar o el exitoso Mariano de la Paz Graells, que aunque médico de formación, destacó por el descubrimiento en un pinar cercano de la mariposa isabelina.

Constancio Bernaldo de Quirós

Más importancia tiene, si cabe, el que la nueva e innovadora corriente de enseñanza y educación de la Institución Libre de Enseñanza formara a la flor y nata de los hombres destacados en los años posteriores, como Julián Besterio, presidente de las Cortes Constituyentes de la II República o Constancio Bernaldo de Quirós, mediante la práctica del excursionismo por las cumbres y valles de la Sierra, entre ellas de Valsaín. Martín Navarro, alumno de la Institución, cuenta el afán de don Francisco Giner de los Ríos en recopilar los nombres o topónimos de la Sierra:“ El maestro era insaciable en lo de almacenar nombres y más nombres. [...]En esto, sin embargo, no pudo con nosotros, que al fin llegamos a descubrir que a él mismo no le servían para orientarse con acierto casi nunca sus apuntes [...] Pero don Francisco, ante el peligro de quedar en descubierto, recurría siempre a su inagotable arsenal de nombres y distancias: -“Pero, ¿no estamos en las Siete Revueltas, y no es aquel el puerto de Navacerrada, y aquellos montes Siete Picos y aquellas colinas las Camorcas y el Cerro de Matabueyes?”.

Pero de todos estos personajes ilustres, me gustaría destacar a don Constancio Bernaldo de Quirós, por su amor no sólo ya a la Sierra de Guadarrama en general, sino a nuestro Valle en particular. Bernaldo de Quirós, alumno de Francisco Giner de Los Ríos, fue un abogado y sociólogo de relevancia en la II República, llegando a ser Jefe del Servicio de Política Agraria, por entonces en el Ministerio de Trabajo. No obstante, en España no se le conoce por su profesión sino por su pasión hacia todo lo referente a la Sierra. Fundó la Real Sociedad Alpina de Peñalara, de la que fue Presidente y la Revista de dicha asociación. Tras la profunda crisis de identidad nacional provocada por la pérdida de las últimas colonias y en una época dominada por las corrientes regeneracionistas y la Generación del 98, Bernaldo de Quirós ensalzó, en sus numerosos artículos sobre El Guadarrama, los valores de los viejos enclaves de la Sierra, buscando las raíces más verdaderas de la Patria. No ocultó su desagrado por el que era, según él, un “falso clasicismo de La Granja”, como herencia de unos monarcas extranjeros. En contraposición, ensalzó la historia de los viejos asentamientos de Valsaín y sobre todo del Paular.

Bernaldo de Quirós veraneaba en La Granja, desde la que iba todos los días a trabajar a Madrid en autobús. Mientras, la familia, educada con el más refinado gusto por la naturaleza, pasaba los días en salidas por el pinar y bañándose en el Río de Valsaín. Debido a su cargo en el Ministerio, tuvo que exiliarse a América, donde desarrolló una brillante carrera como catedrático de Criminología en Santo Domingo, La Habana y México. En este último país murió en 1959, sin poder despedirse de la tierra que despertó su pasión.

Una vez de regreso en España, tras la muerte de Franco, una de las primeras cosas que hizo la familia de don Constancio fue venir a visitar Valsaín y su riachuelo en que tantos momentos felices pasó en su niñez. Como anécdota cuentan que en dicha visita, hablando en la Plaza les reconoció una mujer del Pueblo ¡cuarenta años más tarde! Y es que apreciamos lo que tenemos cuando lo perdemos. Debemos evitar que nuestro paso por esta tierra sea un exilio. Debemos recibir la herencia del conocimiento de la Sierra, vivirla, mejorarla y dejársela a las generaciones futuras con las excelencias que han suscitado la admiración estética, histórica, cultural y científica a tantos y tantos ilustres.

Javier Arenal Martín.


©Pedro de la Peña García | cronicasgabarreras.com