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 Crónicas gabarreras:   Inicio >  Fiestas y Tradiciones >  Nuestra plaza de toros de ayer y hoy (Alberto García Pecharromán).  


Emilia Isabel Sastre

Son las 6 de la tarde, luce el sol, ambiente en los tendidos y suenan “clarines y timbales” para que se inicie el paseíllo, Andrés Sánchez, Alberto Ramírez y El Renco…matadores de toros, reses de Baltasar Ibán y… ¡en la Plaza de toros de Valsaín!

Se cumplía el sueño de todos los que somos aficionados, tener nuestra propia plaza (con enfermería, desolladero, capilla, puerta grande…) y poder ver algún día una corrida de toros en Valsaín.

Esta plaza nos proporciona mayor comodidad y aforo, además de que puede ser utilizada para la organización de eventos varios, sin embargo, mantengo un especial recuerdo por la anterior, “la de madera”, era un símbolo de las Fiestas y sobre todo el reflejo de una forma de vida.

Su construcción fue auténtico arte durante años y años, ¡corazones, costeros, lías y clavos!… era la voz de la subasta que se hacía el día posterior al fin de Fiestas de los materiales empleados en su ejecución, adjudicándose al mejor postor.

Implícito en el recuerdo de nuestra plaza quedan aquellas tardes de corta con el sonido de las hachas y la voz de Gaspar, explicando las reglas del concurso y sus modalidades y animando a los participantes. Era el mejor de los escenarios posibles: cortadores, plaza y pinar se fundían en un espectáculo de naturaleza, deporte y tradición. En una ocasión estuvo en Valsaín Iñaki Perurena, famoso levantador de piedras vasco, para realizar una exhibición; yo no recuerdo haber visto la plaza tan abarrotada de gente como ese día, el ambiente fue sensacional, mejor que cualquier frontón de Donosti.

Rufino Martín Merino

LAS BECERRADAS

Si algo me ha gustado siempre especialmente de las Fiestas son las becerradas. Los festejos celebrados en ese coso tenían sabor de capea a la antigua usanza, rememoraban las fotos en blanco y negro de nuestros antepasados, de los maletillas que años después podrían llegar a ser figuras del toreo…

Cuando de niño iba a los toros a aquella plaza, teníamos que ir mis primos, mi hermano y yo después de comer, para coger sitio a la familia y poder sentarnos debajo del árbol que había al lado de toriles, ¡en la sombra! Era la única que había, puesto que la que daba la casa de los guardas sólo cubría el tendido de las mozas y los jubilados.

La espera se hacía larga, pero estábamos en fiestas… Todo cambiaba cuando se empezaba a regar el “ruedo”… ¡la manga riega que aquí no llega! Y vaya si llegaba.

Una vez abarrotados los tendidos tenías que encajarte entre las piernas del de detrás y acomodarte la espalda del de delante. Yo no podía explicarme cómo Félix daba la vuelta entera a la plaza de tabla en tabla vendiendo las papeletas de la rifa, hacía verdaderas acrobacias.

Joaquin Benito Hontoria

Aquel coso tenía forma rectangular y permitía a la gente estar de pie en el “ruedo”. Uno de los hechos que más me gustaba era la salida de los toros, salían abantos y daban varias vueltas embistiendo hacia las latas, obligando a todos los que estaban abajo a subir y bajar constantemente, como una ola.

Quizás aquella plaza fue artífice de que las becerradas en Valsaín fueran cada vez más conocidas, que tuvieran su propia identidad, y que en la actualidad signifiquen uno de los platos fuertes de nuestras Fiestas y no sean una capea de pueblo más.

CAMBIO DE FILOSOFÍA

Sin embargo, aquel estilo romántico y tradicional en los últimos tiempos era poco práctico, como en tantos aspectos de esta vida, ya que suponía demasiado esfuerzo, entre otras cosas, para los mozos que acudían a “hacer plaza” todos los años, que cada vez eran menos.

El abandono de esta costumbre y la construcción de nuestra actual plaza pienso que ha sido positivo y obligado, ya que da mayor dimensión a nuestras Fiestas y al pueblo, o como dice el refrán, renovarse o morir.

Mariano González Herranz

No obstante aquella personalidad, aquellos sentimientos y aquellos valores que emanaban de nuestra plaza y que considero imprescindibles para la celebración de nuestras Fiestas año tras año, en la actualidad podemos ayudar a que se consoliden participando o como espectadores en las numerosas actividades programadas, principalmente en la Corta de Troncos y en los toros, y convertir lo funcional y contemporáneo, y a veces frío, en tradicional, propio, acogedor...

En definitiva este artículo quiere ser un homenaje a la anterior plaza de madera porque, para los que somos taurinos, era especial dada su singularidad, porque forma parte del recuerdo de mi infancia y porque su presencia nos transportaba a tiempos pretéritos y significaba alegría, ya que anunciaba el comienzo de las Fiestas.

Alberto García Pecharromán.


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