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 Crónicas gabarreras:   Inicio >  En los sentimientos >  Amiga (Mercedes Quijada de la Peña).  


Mercedes Quijada de la Peña

Quiero contaros una de las mejores experiencias de mi vida, que aún hoy me sigue llenando de alegría. Es sobre una gran amiga. Las dos vivíamos en Valsaín, éramos vecinas, ella hija de la Señora María (“Parrala”) y del Señor Miguel Isabel; me refiero a Gloria Isabel Parra. Yo, nieta del Señor Pacho y de la Señora María, hija de Maruchi y de Agapito.

Somos amigas desde niñas, jugábamos felices a la salida de la escuela y alguna vez, incluso nos enfadábamos, pero tan pronto nos volvíamos a ver seguíamos tan amigas.

Recuerdo con nostalgia las veces que su madre nos hacía el “Cagaíllo de Monja”, ¡qué bueno que estaba!; y qué alegría para la pandilla la tarde que nos lo hacía la Señora María.

La mala suerte de vivir en la precariedad de aquellos años hizo que yo partiera para Madrid con mis abuelos Pacho y María. Venían a Madrid a trabajar en un almacén de madera propiedad de D. Antonio Heras Carbajo; esto hizo que nos separásemos y yo continuara mis estudios en Madrid. Nos veíamos en verano, pero a mí los días se me hacían largos sin estar en Valsaín, donde estaba ella y las demás amigas.

El Señor Heras, propietario también de la casa donde Gloria vivía en Valsaín, nos volvió a reunir sin proponérselo. Gloria también se vino a Madrid con la hija de este señor, Mª Jesús (Chus), que vivía en el chalet de la finca donde yo estaba con mis abuelos ¡fue genial! Otra vez juntas y, además, con todo el tiempo del mundo para nosotras. Recordábamos juntas Valsaín, la pandilla, Tasia, Julita Fraile, Tere Nogales, Magdalena, Mª Carmen... También a los chicos, sobre todo a los que nos gustaban, pero estábamos juntas y éramos felices.

Después de unos años, las dos abandonamos aquella finca, que tan gratos recuerdos trae a mi memoria; ella, para volver a Valsaín, con la desgracia de la muerte de su padre, un duro golpe para toda la familia. Yo, a Madrid capital, con mis padres que también se vinieron, y así comenzar a trabajar. Yo aprovechaba cualquier día libre para irme a Valsaín y podernos ver.

Las dos conocimos a nuestros maridos, casi al tiempo, ella en La Granja y yo en Leganés donde vivía con mis padres, los dos José y Antonio, se llevan de maravilla y entre ellos ha surgido el entendimiento de amistad que nosotras les hemos transmitido. Nos casamos el mismo año con tres meses de diferencia y nuestra amistad cada día esta más afianzada, tanto que nuestros hijos, Azucena y Roberto, se hicieron tan amigos de pequeños que se llaman primos y a sus mayores nos llamaban tíos y tías, esto para mi es tan hermoso, que me hace recordar todos estos años pasados.

Juntas, hemos pasado la muerte de mi madre, Maruchi, a los 49 años, que fue horrible para mí, pero ella estaba conmigo. Después más muertos, mi primo Jesús, mis abuelos, mi tío Santiago y más recientemente mi primo Antonio de la Peña, que se crió con nosotras en aquella finca antes mencionada; pero ella no me ha faltado nunca, siempre me ha acompañado para lo bueno y para lo malo. Ahora me ha tocado a mí acompañarla, lleva unos años con muertes muy cercanas, su sobrino Miguel Ángel, su suegro, su hermano Miguel y su madre; a la que nunca olvidaré, aquí también hemos estado juntas.

Para mí, es como la hermana que no tengo, procuramos vernos a menudo, y junto a nuestros amigos pasarlo bien y bailar mucho, que nos gusta a todos. Uno de nuestros mejores días fue cuando las dos juntas fuimos Alcaldesas en Santa Águeda en Valsaín, un día que las dos gozamos y de los más felices juntas.

Su casa es como si fuera la mía cuando llego, y la alegría de vernos, nos llena de felicidad a todos, Es mujer fuerte ante los problemas de la vida, alegre, para levantarme la moral que tantas veces pierdo; sincera y amable con toda la gente. Concluyendo, es una maravilla de mujer, siempre dispuesta a echarte una mano si lo necesitas. Los que la conocéis estaréis de acuerdo conmigo. Sólo puedo deciros que espero seguir así toda la vida, contando con ella, que en tantas ocasiones me ha demostrado que aquella amistad que se fraguó de niñas sigue durante nuestras vidas afianzándose con los años.

“Gloria, se que cuando leas esto me preguntarás por qué lo he escrito. Es mi pequeño homenaje para ti, mío y de mi familia, nadie se lo merece como tú, y yo me siento orgullosa de nuestra amistad.”

Hace algunos años leí una poesía corta, pero muy sincera, esto me hizo recordarte, no sé quién es el autor, pero te la dedico como si fuera mía.

Amiga, no camines delante mío,
puedo no seguirte.

Amiga, no camines detrás de mí,
puedo no seguirte.

Amiga, camina siempre a mi lado,
y simplemente sigue siendo mi
Amiga

Con todo mi cariño para ti.

Mercedes Quijada de la Peña.


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