I
Valsaín, Real Sitio de Castilla,
coto de caza de los Trastamara,
y donde el Rey Católico encontrara
el sosiego del río y sus orillas.
Tu palacio imperial fue maravilla
que en ladrillo y en piedra diseñara
don Gaspar de la Vega, y levantara
con esfuerzo la gente de tu villa.
Plomos de Holanda, jaspes de Valencia,
maderas de tus montes y colinas,
agua y fuego abatieron sin clemencia.
Lo que maravilló a tierras vecinas
tú lo inmolaste, y, noble descendencia,
nació La Granja de tus propias ruinas.
II
Hoy siguen al abrigo de la Sierra
en tus bosques el agua y sus canciones;
robles, fresnos, castaños, a sus sones
siguen brotando de tu fértil tierra.
El pórtico en sus arcos aún encierra
pilastras, capiteles, mascarones,
salmeres, basas, zunchos, modillones,
que el fuego derribó y el tiempo entierra.
Donde hubo batanes y molinos,
siguen hoy esforzándose tus gentes,
abriendo nuevos surcos y caminos.
Hombres recios, mujeres diligentes,
hacheros, gabarreros, campesinos,
estirpe fueron de nobles y valientes.
III
Tu vieja Torre Nueva sigue erguida,
como erguidos los pinos que, en su vuelo
ligero y vertical, llegan al cielo
mientras sus rectos troncos sangran vida.
En tu entraña se abrieron mil heridas
que dieron vieja savia a nuevos suelos;
hoy, plena de verdor o entre los hielos,
sigues mirando altiva y decidida.
El Eresma te entrega su corriente
y, desde la atalaya de tus montes,
Peñalara orgulloso alza su frente.
Él vigila, y espera que remontes
tu historia hacia el futuro, y que tu gente
siga viendo crecer sus horizontes.
Ángel Hernández Expósito. |