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"La infanta que nació en Valsaín y gobernó los Paises Bajos" .

Mirando hacia el Cerro Matabueyes, desde el Puente Valsaín, podemos ver con asombro, las ruinas de lo que fue un gran Palacio que mira con nostalgia el paso del tiempo. En él se recibieron a representantes de embajadas de diferentes países y se firmaron importantes Tratados para la Historia de Europa y América, pero el hecho más importante en este lugar acontecido, fue el nacimiento de la Infanta Isabel Clara Eugenia de Austria.

El Rey Felipe II (1527­1598), nieto de Juana la Loca y Felipe el Hermoso, pasaba largas temporadas en estos lugares. En la primavera venía de forma esporádica, pero en verano prolongaba su recreo hasta la caída de la hoja.

Me atrevería a decir, que a pesar de que el matrimonio del Rey con su tercera esposa, Isabel de Valois, fue por conveniencia, junto a ella pasó los mejores momentos de su vida. Felipe e Isabel se casaron en 1560 en Guadalajara, confirmando con este matrimonio la paz entre España y el país vecino, ya que ella era hija de Enrique II de Francia y Catalina de Médicis.

Tras la boda de los reyes, las estancias en Valsaín discurrían entre bailes, risas y cacerías, acompañados cada verano de un mayor número de sirvientes y subordinados al servicio de la Corona.

A finales de 1565, Isabel de Valois quedó embarazada, por lo cual su esposo decidió trasladarla a la Casa de Campo de Segovia (así denominaban ellos a este Palacio). Durante los primeros meses de 1566 todo el personal preparaba emocionado la llegada de la reina a esta villa, pues no debería faltar ningún detalle para que "diese a luz" en este tranquilo paraje. El 19 de mayo la esposa de Felipe II salió de camino.

Isabel escribía con frecuencia a su madre, y de sus cartas se deduce que no le gustaba demasiado Valsaín, pero al mismo tiempo estaba contenta por complacer a su marido, quién quería que su descendencia naciese en este Palacio.

El 12 de agosto de ese año venía al mundo la primera hija de Felipe II, a la que pusieron de nombre Isabel Clara Eugenia. Era una niña robusta, con ojos grandes y piel muy blanca. Pocos días después del alumbramiento, fue bautizada en la capilla de esta Casa de Campo por el Papa Urbano VII.

Menos de un año tardaron los Reyes en traerle una hermana, a la que llamaron Catalina Micaela, que nació en Madrid en 1567. La ilusión rodeó al matrimonio, que intentaba traer al mundo un varón que heredase la Corona.

Normalmente toda felicidad se trunca, y en este caso no fue menos, en 1568 fallecía en Aranjuez la reina Isabel de Valois, quién dejó a los pies de su cama a dos niñas para las que no había consuelo. Tras la muerte de su madre, el afecto entre la joven Isabel y su padre, Felipe II, fue cada vez mayor y la confianza entre ellos crecía día a día.

Las estancias estivales en Valsaín continuaban según iba creciendo la infanta, que llegó a convertirse en la hija predilecta del Rey, el cual, por no tener hijos varones, tuvo que casarse en 1570 con Ana de Austria.

Todos los veranos la Familia Real venía a este Palacio y probablemente fue aquí dónde el Monarca decidió que era el momento de buscar un esposo ala mayor de sus hijas. El sabía que fuese cual fuese su decisión, Isabel Clara Eugenia la aceptaría.

El Rey preparó el matrimonio de su primogénita con Alberto, Archiduque de Austria, sexta hijo de Maxilimiliano II. El compromiso tardó en formalizarse, pero años más tarde se llevaría a su fin.

La situación que se estaba viviendo en los Países Bajos, que por aquel entonces pertenecían a España, era difícil, por lo que el Rey decidió que la Infanta que nació en Valsaín sería una buena gobernadora de esas tierras. En 1598 el Rey abdicó la soberanía de Bélgica y Luxemburgo a favor de la joven Isabel.

Semifinalizadas las obras del "Monasterio de San Lorenzo de El Escorial", la enfermedad de la gota se llevó a Felipe II tras 42 años de reinado y a los 71 años de edad. Moría el hombre que quiso unir Europa y que siempre estuvo enamorado de la Sierra de Guadarrama.

En 1599, cuando apenas había pasado un año del fallecimiento de su pa­dre, Isabel Clara Eugenia decide casarse con su primo Alberto de Austria y así alejarse de España tras la subida al trono de su hermanastro Felipe III.

Los nuevos Archiduques se trasladaron a Flandes y desde allí consiguieron sofocar a los holandeses que inten­taban acabar con el catolicismo e imponer el luteranismo.

No puedo decir si fue un matrimonio fácil o difícil para nuestra Infanta, pero puedo asegurar que fue un duro golpe más en su vida la muerte de su esposo pocos años después de su boda.

Tras su viudez, ella conservó sus atribuciones, fue una mujer que supo desempeñar su cargo con mucha pru­dencia y cautela. Dichas características las había heredado de su padre, mientras que su físico, con el paso de los años, se asemejaba al de su madre.

En el año 1633, moría en Bruselas Isabel Clara Eugenia, la Infanta que na­ció en Valsaín y gobernó los Países Bajos, la mujer que no pudo cumplir el sueño de ser madre. Se llevó el recuerdo de las fiestas en Palacio, sus estancias aquí, el cantar del río, el olor de los pinos y la nostalgia por esta tierra en que vivimos.

Pablo García García.


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