Crónicas Gabarreras 13
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Foto: Ana de Andrés

¡¡ Mi abuelo Florencio era una joya!!

Nació en 1917 en La Granja, ciudad que adoraba y de la que se sentía muy orgulloso. Sus padres eran proveedores de la Casa Real; por lo que, al encontrarse los Reyes en el Palacio de La Granja, a mi abuelo “le nacieron” allí un 30 de junio.

Siempre contaba que en 1944 al ser una de las primeras personas en hacerse el recién implantado D.N.I., tuvo dos personalidades: como hijo de Josefa, nacido en San Ildefonso, y como hijo de Basilisa, nacido en La Granja ¡Cosas de aquellos tiempos!

Buen amante de la naturaleza, le gustaba practicar todos los deportes –tenis, ciclismo…-; pero, sobre todo ¡amaba sus montañas! Aún viviendo ya en Madrid, las recorrió por todas sus vertientes: Peñalara, La Maliciosa, Siete Picos, Mujer Muerta…; anduvo gran parte de las rutas y caminos históricos. Pero en lo que mi abuelo fue un verdadero pionero fue en la práctica y desarrollo del esquí.

La mayoría de los expertos coinciden en que el esquí se originó en Noruega y Rusia, existiendo grabados que se remontan al año 2500 aC, en los que se aprecian cazadores con esquís. El esquí nació como medio de transporte para desplazarse, comerciar, luchar o cazar en las zonas donde la nieve se acumulaba durante meses y podía mantener aislados a sus habitantes. En China hay testimonios escritos que explican cómo cazaban sobre unos “caballos de madera” que llevaban en los pies, pudiendo algunos de esos primitivos esquís de madera sobrepasar los tres metros de longitud.Cuando se empezó a popularizar los esquís seguían siendo de madera –como los que utilizó durante muchos años mi abuelo-; las botas de cordones y las fijaciones unas simples correas de cuero –en los pueblos, el carpintero preparaba las tablas y un zapatero hacía las correas-. Las primeras tablas de esquiar entraron por los Pirineos, desde Francia, a donde había llegado la afición por el esquí desde Escandinavia y Centroeuropa.

Los primeros pasos de este deporte en el Sistema Central fueron dados por algunos intrépidos que, a partir de 1935, crearon la Federación Española de Esquí, formada por distintos clubs españoles, entre ellos el Alpino Español, Peñalara y la Deportiva Excursionista. En sus inicios, los poquísimos jóvenes que acudían los fines de semana comenzaban tomando el tren tranvía a las ocho de la mañana para llegar a Cercedilla dos horas después. A continuación, subían a pie por el camino del Calvario, y tras una hora andando cargados con mochila y esquís, llegaban al Ventorrillo. Allí, en un pequeño edificio ya desaparecido, se encontraba el Club Alpino Español. Como en esos años las nevadas eran copiosas y frecuentes, se esquiaba en la zona del Ventorrillo, o en la pradera de La Vaqueriza. Más tarde se pasó a la ladera de Las Guarramas.

Mi abuelo, que durante años perteneció a varios clubs de esquí, contribuyó junto a otros socios, a la mejora de la infraestructura en el Puerto, lo que permitió el desarrollo del esquí en la zona centro. Hoy en día, esos chalets del Alpino Español, Guadarrama, y otros, se encuentran, por desgracia, en un lamentable estado de ruina.

Esa pasión de mi abuelo por el esquí le llevó, en colaboración con unos amigos, a formar un grupo de cronometradores que fueron los pioneros en tomar los tiempos y hacer los cálculos de las competiciones entre clubs. Con sus cronómetros Longines, Omega… participaron en múltiples campeonatos, que se celebraban tanto en la zona central como en otras estaciones (Candanchu, La Molina, Sierra Nevada…)

En 1955 detrás del albergue de la Sociedad Deportiva Excursionista y del Pasadoiro se inaugura el primer telesilla hasta la cumbre de Guarramillas, lo que permite un gran avance en el desarrollo del deporte. Mi abuela cuenta que, en Madrid, al tomar el tren para subir a Navacerrada, les miraban por la calle como si fueran extraterrestres, y más a una mujer con pantalones, cosa inusual en esos años.

Los primeros cursos para profesores de esquí que se impartieron en España, y de los que han salido magníficos profesores en Valsaín, se realizaron en el Puerto de Navacerrada. En los años 60, la estación de esquí vivió momentos de esplendor, coincidiendo con los buenos años de nieve y el nacimiento del boom de los deportes de invierno en España. Puedo decir con orgullo que mi abuelo ha formado parte de todo ello, aportando su trabajo, conocimientos, ilusión, compañerismo, inquietudes, visión de futuro y amor…, mucho amor por el esquí, la montaña, Valsaín y La Granja.

¡¡Mi abuelo Florencio, era una joya!!

Ana de Andrés.

©Pedro de la Peña García | cronicasgabarreras.com