“¿Dónde vas tan caudaloso, Eresma?”
-Se repite esta pregunta,
por los aires de la sierra-
“¿Dónde vas con tanta bulla?
¡Los gorjeos de tus aguas
delatan que vas de fiesta!”

Resuena entre las montañas
del buen río la respuesta:
“¡Voy de fiesta a Valsaín,
que la Virgen del Rosario
nos trae como cada año,
celebraciones sin fin!”

“Amigo, vas muy deprisa,
-le relinchan los caballos-
no nos mates de la risa…
¡Quedan cinco meses largos…!

“Dejadle, que va alocado,
no escucha nuestros consejos”
-se ratifican los cuervos,
al verle pasar tan raudo.-

“No hay en Castilla otra fiesta
tan preparada y sentida,
tan variada y divertida,
como la que nos espera.

Aún se bañan en mis aguas,
con mucho valor y arrojo,
como se enfría en la fragua
el hierro cuando está rojo,
algunos que, bien contentos
por el vino que han tomado
van a tomar un buen baño,
dando a su resaca freno.

Además, yo no me marcho…
Paso de largo, y me quedo,
pues, empapando los campos,
hierba y flores alimento.
Pasará esta etapa cálida:
La primavera y verano
y en unas semanas rápidas,
la fiesta estará llegando.
Y yo, con mi última agua
y el seco aroma del prado,
iré perfumando el valle y,
nuestras fiestas preparando…

¡Ningún hombre ni mujer,
en activo o jubilado,
ningún niño o residente
en otro lugar lejano,
deje de acudir al pueblo
por las fiestas que montamos:
Carnaval en primavera,
nuestra patrona en estío,
con el triatlón en la presa
y las navidades con frío,
convierten a este lugar
en destino preferido
para quien quiere pasar
unos días divertidos.
¡Valsaín, lugar festivo…!
Lo digo yo, su buen río.”