En el umbral de la puerta,
trabajando el pensamiento,
me vienen a la memoria
muchos y grandes recuerdos.

Recuerdos de otros tiempos
¡Qué alegría había en el pueblo!
y se ha ido marchitando
y ya solo quedan recuerdos.

El pinar se ve aburrido,
silencio en nuestra tierra,
ya no se oyen las hachas
ni el sonido de las sierras.

El pinar, abandonado,
las paredes en el suelo,
nuestro monte sin limpiar,
y esto va en aumento.

Cuando salgo por el pinar,
trabaja mi pensamiento,
cuando vuelvo de retorno,
vengo triste y sin aliento.

El pinar solo se acepta
en plan de veraneo,
para comer buenas meriendas,
y de limpiarlo ni verlo.

Cuando miro ese pinar,
guardo el recuerdo en mi mente
de las “cuadrillas de las limpias”,
el sonido de sus gentes,

el cante del gabarrero
y el ladrido del perro,
y pienso qué pasará
en el tiempo venidero.

A la sombra de los castaños
nos reunimos los vecinos
a recordar nuestras penas
y aquellos seres queridos.

Y si el pinar nos apena
también se clavan esos días,
cuando se van para siempre
las personas más queridas.

Eutiquio Caneda Herrero.