Crónicas Gabarreras 18
 Crónicas gabarreras:   Inicio > Investigación > Un acercamiento a muérdago del pino (Arancha Matamala)..  


De todos es conocida la frase: siempre se aprende algo nuevo. Esto es lo que me ha ido ocurriendo desde hace unos años con nuestro protagonista: el muérdago. Puesto que está presente por doquier en el pinar, es interesante saber cómo se propaga y cómo se le puede controlar. Después de hacer algunas indagaciones, me he permitido escribir este artículo que espero os resulte interesante.

Lo he conocido desde mi niñez, y recuerdo cómo apretujaba con curiosidad sus pringosas bolas. Con el tiempo fui aprendiendo que era una planta parásita y dañina para el árbol en el que crece. No cabe duda de que esto es cierto, pero realmente hay un matiz importante. Por un lado, sí toma la savia bruta de nuestros pinos: les roba el agua y las sales minerales que previamente ha absorbido el árbol en el suelo. Por otro, y puesto que sí tiene clorofila (de ahí el color verde de sus hojas), es capaz de transformar la savia bruta en alimento que usará para crecer sobre el pino y para reproducirse. De ahí que lo correcto sea considerarla como semiparásita.

Ciertamente el muérdago es un vegetal un poco raro. Su nombre científico (algo equivalente a lo que sería para nosotros nuestro nombre y nuestros apellidos) es Viscum album austriacum. Estas palabras latinas hacen referencia a su aspecto: es viscoso, es blanquecino (album); y lo de austriacum, pues igual se refiere al lugar donde lo catalogaron como especie por primera vez ¿Tiene flores y frutos? Las flores femeninas y las masculinas están presentes en diferentes individuos. Esto mismo le ocurre, por citar un caso cercano, también al acebo; cuando encontramos en el monte ejemplares adultos de este, sin bolitas rojas o verdes, es porque el individuo es macho.

En el caso de nuestro protagonista, ninguna de las flores es vistosa. Las femeninas se forman en otoño, y van a pasar todo el invierno cerradas para no sufrir las heladas. La labor de llevar el polen desde flores masculinas a las del sexo contrario (polinización) tiene lugar durante febrero y marzo, y es realizada tanto por insectos como por el viento. Ya fecundadas, las flores darán lugar a unas bolas verdes que se irán transformando en las bayas blanquecinas tan características. Este fruto estará maduro a finales de diciembre. En el interior se alberga sólo una semilla rodeada de un tejido mucilaginoso y pegajoso. Al igual que ocurre con el acebo, estos frutos invernales son muy importantes como alimento precisamente en esta estación donde escasean.

Almendro dominado por varias plantas de muérdago

Una vez fijada y establecida la planta de muérdago en el árbol, esta se desarrolla bifurcándose anualmente en dos ramillas a partir de cada yema. Esta disposición da lugar a una mata semiesférica característica. Su crecimiento es relativamente lento, unos 4 cm al año. En cuanto a su longevidad, un racimo de muérdago puede vivir entre 30-40 años.

En la vida del muérdago tienen una importancia crucial diferentes aves. Y esto es así en un doble sentido.

Por un lado, son muchas las que contribuyen a la dispersión del fruto, aunque entre ellas destacan dos: la curruca capirotada, y el zorzal común. La curruca contribuye a la proliferación de individuos en el mismo árbol, o en los colindantes. Puesto que es incapaz de ingerir la semilla, se conformará con la pulpa azucarada, y así, de rama en rama, irá abandonando semillas. Pero el zorzal, sin embargo, sí puede ingerirla. Las semillas, después de haber pasado por el tracto digestivo, serán expulsadas quedando adheridas a los árboles por el visco. Se ha constatado que es frecuente que acabe en un pino alejado varios kilómetros de su lugar de origen. Por otro, otras aves como herrerillos, carboneros… (en general, los páridos), sí ingieren la semilla, y la procesan de tal modo que ya no tenga capacidad germinativa. Estos animales se convierten entonces en grandes aliados para evitar que el “huésped” se extienda de forma incontrolada.

Y es que a medida que va creciendo, y que va cubriendo la copa del pino, el muérdago consigue que este disminuya su crecimiento. Además, el árbol se va debilitando, y queda más expuesto a los ataques de insectos y hongos. En muchos casos, acabará muriendo.

Son diversos los métodos de control y lucha: mecánicos, químicos, selvícolas y biológicos. Como ejemplo de estos últimos, lo ya mencionado de los páridos. En cada masa arbolada tendrá cabida una de esas técnicas o una combinación de ellas, y se podrá comprobar la eficacia de las mismas. Me ha llamado la atención lo que he encontrado en Internet en relación al control en los árboles urbanos, y a la petición que formuló hace unos años una persona vía Change, para “no derribar árboles, mejor curarlos de la plaga”. Y más aún me ha sorprendido encontrar en la red un blog que se denomina El último rincón, y donde se incluyen 2 minicursos gratuitos de muérdagos; muy interesantes los dos.

Y echando la vista atrás, he encontrado en la revista “El Cárabo nº 34“(tienen la colección completa en el CENEAM) una reseña de lo que decía en el año 1748 un médico de Cuéllar: “…el pino produce el /almuérzago… /excelente antiepiléptico tomado en polvos…útil en dolor de costado… Además, es un excelente pasto para ganados bacunos, por lo que andan a porfía los ganaderos a alcanzarla de los pinos…” Pues lo dicho. Si con el artículo he conseguido que alguno mire a partir de ahora con otros ojos al muérdago, algo habremos conseguido.

Foto: L. BRavo Jarilla. Fototeca CENEAM

Arancha Matamala.