Crónicas Gabarreras 18
 Crónicas gabarreras:   Inicio > Investigación > No todo son graellsias (Alfonso Robledo Robledo).  


Foto: Roberto Rodríguez

Estimados lectores: aquí estoy, compartiendo de nuevo con vosotros un número más de Crónicas Gabarreras.

Recordad que esta sección la dedico a esos pequeños animales, los insectos, que comparten con nosotros estos bellos parajes; animalillos tantas veces despreciados injustamente, pero tan queridos por mí. Intentaré una vez más trasmitir y contagiar mi amor por estas magníficas criaturas a todos vosotros.

Y ya de paso procuraré dar a conocer nuestros valores entomológicos (que son muchos), más allá de nuestro insecto más conocido que da nombre a esta sección (y esta vez sí querido por todos) la mariposa Graellsia isabellae (recordar que por avatares de la ciencia ahora se llama Actias isabellae, aunque para nosotros siempre conservará su nombre original).

Pues bien, este año os hablaré de otro maravilloso insecto único de nuestras queridas montañas. Se trata de un endemismo, es decir, solo existe en este lugar y no lo podremos encontrar en ningún otro sitio del mundo. Sí, parece increíble, pero es así, como nuestro protagonista de la revista anterior (recordad que fue el escarabajo estercolero Ceratophius martinezi). Esta vez se trata de un ortóptero, o sea, un saltamontes.

El protagonista de hoy es Podisma carpetana carpetana, que como su nombre indica es propio de los Montes Carpetanos, es decir, de la Sierra de Guadarrama.

Se trata de un saltamontes muy peculiar, de todo un superviviente. Habita por encima de los 2000 m de altitud, en terrenos pedregosos y arenosos, alimentándose de las gramíneas (y quizás gencianas) que sobreviven en estas alturas y refugiándose entre los piornos y jabinos rastreros. Su apariencia es realmente peculiar: es un saltamontes de tamaño medio, áptero (sin alas), patas saltadoras cortas que no le permiten una locomoción a saltos sino un lento andar; el colorido de los machos es precioso, siendo negro azabache en cabeza y tórax, pero con el abdomen negro rayado de amarillo y patas posteriores de una azul violeta intenso; las hembras son de mayor tamaño, con grueso abdomen, pero coloración más apagada, de un verde amarillento poco llamativo muy críptico.

Macho de Podisma carpetana carpetana

Como he dicho antes, este insecto es todo un superviviente que habita en el piso alpino de nuestra Sierra, allá donde la vegetación arbórea ha desaparecido por completo, el frío es intenso hasta en verano, la humedad escasísima ya que la nieve y la lluvia se filtran a estratos inferiores del suelo, el viento suele azotar con fuerza y el sol está ausente casi todo el año, pero en verano la radiación solar abrasa sin piedad. Pues ahí es donde vive nuestro protagonista y esa adaptación a un medio tan hostil es la que hace de él un ser vivo único y que solo habite aquí; a esta especificidad ha contribuido su aislamiento geográfico en las cimas de nuestra cordillera, siendo un insecto con escasa capacidad de locomoción (recordad: sin alas y patitas cortas), por lo que evolucionó aislado de otras poblaciones de ortópteros ibéricos.

A pesar de todas estas peculiaridades, este animalillo es un auténtico desconocido, no ya para el público en general y para nosotros, habitantes de La Granja y Valsaín en particular, sino que también es desconocido para la gente que trabaja en el medio natural (guardas, ingenieros, biólogos, gabarreros, ganaderos, senderistas...), y claro, lo que no se conoce no se valora y se pierde.

Es por todo lo anterior que se sabe poco sobre su biología: realiza la puesta enterrada en el suelo arenoso, a finales de verano; los huevos pueden pasar años sin emerger hasta que las condiciones ambientales son las adecuadas, las ninfas lo hacen en verano (finales de Junio) y alcanzan rápidamente la madurez ya bien entrado el verano, en agosto; los imagos viven pocas semanas dedicadas a aparearse y hacer nuevas puestas, de tal manera que cuando llegan las primeras nieblas duraderas o heladas en las altas cimas, allá por Septiembre, todos los adultos mueren, pasando la especie el invierno en su fase de resistencia, como huevo, cerrándose el ciclo. Corren malos tiempos para Podisma carpetana carpetana, hasta tal punto de que se creía extinguido desde los años 60. Pero recientemente se han redescubierto nuevas poblaciones, muy localizadas, con pocos imagos adultos y muy aisladas entre sí. Es una gran alegría el que no haya desaparecido.

Pero estas poblaciones siguen corriendo un grave riesgo difícil de evitar: el cambio climático. Esta especie necesita de mucho frío en invierno, humedad alta en primavera y otoño y veranos frescos y cortos, con lugares cercanos a nieves perpetuas que contribuyan a estas características en verano, con suelos pedregosos y casi desnudos con escasa vegetación muy especializada de ambientes de alta montaña. Todo esto con el calentamiento global se ha venido al traste; todos sabemos que ya no hay nieves perpetuas en Guadarrama desde hace décadas, que las nevadas invernales son cada vez menores y más tardías y que la nieve acumulada se deshace con mayor rapidez que antes, al llegar la incipiente primavera. Como consecuencia la vegetación arbórea, el pino, vegeta cada vez a más altura, ocupando tollas, canchales y piornales, por lo que el terreno de la cimas, antaño desnudo y arenoso, tiene hoy más vegetación.

Para salvar a este insecto comencemos por conocerlo y apreciar su exclusividad; el saber los valores tan escasos y únicos con los que convivimos tiene que ser el inicio de su conservación.

Cuando recorráis las cuerdas de nuestras montañas, fijaros, a ver si con suerte, veis alguno de los últimos ejemplares de Podisma carpetana carpetana.

Hasta la próxima, amigos.

 

Alfonso Robledo Robledo.


©Pedro de la Peña García | cronicasgabarreras.com