Crónicas gabarreras: Inicio > Crónicas de la Historia > Pastores y transhumancia, en busca del origen de Valsaín. |
De un tiempo a esta parte ando bastante interesado —obsesionado diría mejor— en buscar datos que fundamenten el origen del poblamiento del Real Sitio primigenio. En la revista del año pasado (1) hice una incursión en determinados documentos conservados en el Archivo de la Catedral de Segovia relativos a la construcción de un hospital en el puerto de la Fuenfría que hiciera más llevadero el paso de la sierra (2) que databa la actividad y el trasiego en la zona en el último cuarto del siglo XII. En aquella ocasión, prometía seguir indagando, buscando documentación y reflexionando acerca de tal objetivo. Comprendan Vds. que, dado que uno es, en el fondo y la superficie, medievalista, se sienta atraído por este objetivo tan esencial como fijar el origen del poblamiento.
Y no es este un objetivo baladí, créanme. La búsqueda del origen del poblamiento en el vallis savis (3) nos empuja tratar de comprender el porqué de todo lo que aquí hoy se desarrolla. No olviden que en el origen de Valsaín se encuentra la razón de existencia de La Granja de San Ildefonso, la Pradera de Navalhorno y, por ende, del enclave de Riofrío. De modo que, esta búsqueda por la que me obsesiono es, en realidad, la búsqueda de mi propio origen y el de todos los que leen esta maravillosa y, a la vez, necesaria revista, a la que brindaré siempre mi ayuda, atención y sostenimiento.
El caso es que, puestos a buscar un origen documental, sigo encelado en rebuscar entre mis diplomas altomedievales y todo registro que caiga en mis manos y se refiere lo más sucintamente posible a este mi querido Paraíso. En esas circunstancias accedí al conocimiento de este documento, del que ya hablé hace unos años superficialmente (4). En concreto, una sobrecarta del año 1297, escrita en papel y bastante deteriorada, por mandato del rey Fernando IV (5). Bueno, mejor debería decir por mandato de su tutor, el infante Enrique el Senador, tío de la criatura e hijo, a su vez, de Fernando III el Santo, ya que el rey, hijo de Sancho IV y María de Molina, apenas gastaba diez años cuando murió su padre, dos años antes de firmar el citado documento.
Sea como fuere, el citado documento dirimía la disputa existente entre determinados caballeros segovianos y los miembros del cabildo de la ciudad acerca de quién debía cobrar impuestos a los pastores que habitaban los bosques y las sierras de Segovia:
“Sepades que el deán y el cabildo de la eglesia de Segovia se me enbiaron querellar que ellos, que tienen carta del rrey don Sancho, mío padre que Dios perdone, que les yo confirmé, en que mandava que el deán e el cabildo sobredichos que oviesen sus diesmos de los ganados de los pastores de fuera de término que andan en las sierras de nuestros lugares bien e conplidamente, e que ninguno no fuese osado de gelo enbargar ni de gelo contrallar en ninguna manera”.
Dicho de otro modo, y como atestigua el diploma, ya a finales del siglo XIII era tan frecuente el pastoreo de alta montaña en la sierra de Guadarrama que generaba cargas impositivas a los pastores que allí se empeñaban en vivir. De hecho, si atendemos a la primera referencia acerca del vallis savis, casi veinte años después de esta disputa que, como dice el propio tenor documental, ya venía del reinado anterior, y tenemos presente la actividad constante que aseguraba la necesidad de un hospital en el paso de la sierra, más de cien años antes de esta querella, es más que evidente que el pastoreo de altura hubo de ser el origen básico económico del poblamiento del valle. Por tanto, no me cabe duda de que los primeros pobladores de estos maravillosos bosques fueron pastores y no gabarreros, como durante muchos años se ha podido sostener.
Y la línea de conexión no resulta difícil de seguir. Ahora que Julio Toledo ha publicado, por fin, el libro sobre la toponimia del bosque (6) es más que evidente que este tipo de pastoreo, generador de espacios a lo largo de todo el valle, se mantuvo como la razón de ser de la actividad económica esencial para el asentamiento del poblamiento serrano. Resulta más que evidente que las más de veinticinco majadas, corrales y descansaderos del pinar y bosque de Valsaín nos han estado mostrando el motivo esencial de la presencia humana durante la alta Edad Media, consolidado con la repoblación de las tierras más allá de la sierra por parte del concejo de Segovia, gracias al llamado privilegio de la Bolsilla concedido por Alfonso VIII a principios del siglo XIII (7).
Es, por tanto, evidente, a la luz de la documentación, la importancia de la transterminancia, este tipo de pastoreo de altura que hacía llevar las reses de los corrales altos de verano, como la Majada Hambrienta, la Majada de Aránguez o la Majada del Cancho; a los intermedios en primavera y otoño, como la Majada del Tío Blas, el Corral del Tío Poncio, la Majada del Azor o la Majada de la Peña; para recoger el ganado en los cuarteles de invierno, al arreciar los temporales, en los casetones que, sin duda, existieron justo donde hoy se encuentra Valsaín o La Pradera de Navalhorno. Incluso la literatura medieval, ya cuando bosque había sido asumido por el señorío de realengo, da señales de aquellos primeros vecinos del valle, pastores y serranos. Sin ir más lejos, en las páginas del Libro del Buen Amor, escrito por Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, aparece una serrana en las cercanías del puerto de Malangosto, que bien podría haber sido usuaria, tanto ella como su pastor, de la Majada de Mayoral, la más alejada de las relacionadas con esta práctica ancestral y primigenia de nuestro querido Paraíso.
Como es lógico, en el trasiego de la transterminancia, los pastores hubieron de desarrollar buenas artes de caza, pesca, así como de uso de las masas forestales de pinos albares, presentes en el valle desde tiempo inmemorial. Esa riqueza y la más que segura solvencia de los que allí pastoreaban y vivían, sirvió de reclamo a cabildo y nobles caballeros segovianos, esquilmadores de los excedentes agrícolas y ganaderos. Quién sabe si esta disputa fue la que puso sobre la pista a los monarcas castellanos sobre las riquezas y beneficios para el disfrute de nuestro querido valle. Sabemos con certeza que el tratado de montería de Alfonso XI fue escrito a mediados del siglo XIV, siendo la referencia más antigua al deleite de los reyes castellanos en nuestro valle, por lo que podemos afirmar que fue éste el primero de aquellos privilegiados en dar aquel uso privativo al territorio.
Por consiguiente, el uso regio de los recursos del valle hemos de datarlo, a decir de la documentación conservada, a principios del siglo XIV, por lo que aparentemente insignificante disputa menor por el cobro de los impuestos devengados del pastoreo de la sierra nos puede estar una de las coordenadas del origen del poblamiento de este Paraíso, obsesión de quien humildemente escribe estas líneas.
Ahora bien, seguimos sin saber la mayoría del contenido de este poblamiento; en qué circunstancias se produjo; si los pastores eran segovianos, repobladores o pardos, habitantes mestizos de la frontera. Si he de ser sincero, daría lo que fuera porque se tratará de estos últimos. Siempre vi a los habitantes del Real Sitio primigenio como habitantes de un Paraíso, sí; pero de un Paraíso fronterizo, a medio camino de la pura naturaleza y la civilización más sofisticada.
En fin, les tendré informados puntualmente, siempre que Mayte y José Manuel me dejen aportar mi granito de conocimiento y esfuerzo. Si es de responsabilidad de todos el mantenimiento de la toponimia más tradicional del bosque y el recuerdo de los usos básicos que trajeron a los primeros pobladores de este Paraíso, convendrán conmigo que también lo es la defensa y mantenimiento del canal que difunde todo lo que vamos sabiendo. Y esta revista, sin duda, es ese canal y los será, estoy seguro, por muchos años.
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(1) JUÁREZ VALERO, E. “de Doña Anderaço, el Convento Casarás y la Casa Eraso: Orígenes de Valsaín en los archivos segovianos” Crónicas Gabarreras 16 (2017).
(2) Archivo de la Catedral de Segovia (ACS), Alfonso VIII confirma la donación hecha por Doña Anderaço al hospital de la Fuenfría. 3 de enero de 1201. Caja 3, nº 7. Archivo de la Diócesis de Segovia (ADS), Contratación de misas por parte de Gutierre Micahelis y su esposa, Doña Anderaço, en la Catedral de Segovia. 1195. Pergamino 14. ACS, Alfonso VIII dona heredad a Gutierre Miguel y Doña Anderaço, 31 de marzo de 1174. Caja 2, nº 15. ACS, Alfonso VIII confirma la donación de una capellanía por parte de Gutierre Miguel y Doña Anderaço, 13 de mayo de 1187. Caja 2, nº 22. ACS, Gutierre Miguel y Doña Anderaço donan 200 áureos para sufragio de la capellanía, 1195. Citado por Diego de Colmenares, Historia de la Insigne Ciudad de Segovia, Vol. I, pp. 314-315. Documento perdido. ACS, Alfonso VIII dona dos yeguadas de tierra de año y vez a Gutierre Miguel por los servicios prestados, 18 de octubre de 1166. Citado por Diego de Colmenares, Historia de la Insigne Ciudad de Segovia, Vol. I, pp. 299-300.
(3) ARGOTE DE MOLINA, G., Libro de la montería que mandó escrevir el muy alto y muy poderoso rey, Don Alonso de Castilla y de León, último de ese nombre, Sevilla, Ed. por Andrea Pescioni, 1582, pp. 55-56.
(4) JUÁREZ VALERO, E. “En el amable Valle del Santo” Crónicas Gabarreras 15 (2016).
(5) ADS, Fernando IV dirime pleito entre el cabildo de Segovia y los caballeros de Pedraza y Sepúlveda acerca del cobro de impuestos a los pastores serranos, 16 de abril de 1297. Sig. Doc. 35.
(6) TOLEDO JÁUDENES, J., Toponimia de Valsaín, Real Sitio de San Ildefonso, Librería Farinelli, 2018.
(7) Archivo Histórico Municipal de Segovia (AHMS), Alfonso VIII concede privilegio de amojonamiento al Concejo de Segovia, 12 de diciembre de 1208.
Eduardo Juárez Valero.
Cronista Oficial del Real Sitio.