Es posible que el minuto antes de ver morirte, reacciones.

Y se descuelguen de tu estampa versus calavera, los placeres malévolos de dolor y el desgaste.

¡Hijo mío! Podría decirte cualquier vecino de tu vida dormida, y acercar lumbre a tu fuego maltrecho.

No parará esta inercia, hasta que un dedo, ¿de quién? indique ¡Basta! Se acabó el camino equívoco.

No deseas lágrimas ni espadas para asustar a tu dolor continuo. Sé pájaro que vibra y canta,

¡escúchale! Habla de amores, habla de ti

Rufino López España.