Crónicas Gabarreras 13
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Juan Modesto SOY DEL QUINTO REGIMIENTO (Notas de la Guerra Española) Colección Ebro. París 1969

El general Juan Modesto Guilloto fue quizá el más destacado de los mandos militares no profesionales del ejército republicano durante la Guerra Civil. Reputado táctico militar, fue respetado por los mandos profesionales y gozó de la confianza del Jefe del Estado Mayor general Vicente Rojo y del Presidente del Gobierno Dr. Negrín. En la fase final de la guerra fue reconocido con el grado de general. Durante la Segunda Guerra Mundial fue general del Ejército Soviético.

… Al amanecer del día 22 subimos al Puerto de Navacerrada, recuperado por un grupo de campesinos y leñadores de dicha localidad, dirigidos por Villanueva “el Tuerto”, que se habían batido con el enemigo. Este se encontraba en el gran mirador que se alza en la divisoria de aguas del espinazo de la Sierra, límite de las provincias de Madrid y Segovia, llamado Dos Castillas. Después de algunos disparos, del primer impulso coronamos Dos Castillas. Tomamos un cañón del 7’5 allí emplazado. Y nos lanzamos adelante, bajando hacia Balsaín y La Granja. Lo montañoso del terreno, cubierto además por el gran pinar de Balsaín, subordinaba todo movimiento serio a la carretera. Los obstáculos naturales, reforzados con barreras de pinos, nos obligaron a perder el tiempo en su desmonte.

El capitán José Fontán, con un pelotón de guardias de asalto, y yo, con un grupo de milicianos, íbamos en vanguardia. Por mucho que nos esforzamos, no volvimos a tomar contacto con el enemigo. Pero le impedimos retirar su artillería, apoderándonos de otros siete cañones del 7,5 emplazados sobre la carretera, en los lazos finales de las Siete Vueltas.

Llegamos al pueblo de Balsaín y estando preparando el asalto a La Granja, ocupada por la Guardia civil, me alcanzó Bárzana, que me comentó la orden del teniente coronel Burillo: “Volver hacia Dos Castillas, donde hay movimiento del enemigo. Y la cuestión se plantea así: A ver quien llega antes al alto”.

Pero Bárzana me dijo otra cosa más, verdaderamente indignante:

–Mira lo que ha pasado. Algunos han entrado en los establecimientos y han arramblado con todo lo que han podido.

– ¡No es posible! – le dije. –Sí. Los de Asalto están indignados. –Bueno -le respondí-. Vete con ellos. De lo demás me encargo yo. Por cierto, di al primer camión que no se mueva hasta que yo se lo diga. Y agregué: Burillo y los otros me conocen; diles que tengan confianza.

Lámina de Adolfo Ruiz Esteso (miembro del Batallón Alpino), realizada en el Montón de Trigo.

Llegado a Balsaín se me cayó el alma a los pies. Pero ya mi decisión estaba tomada.

A uno de los muchachos, Valeriano Hermosa, un verdadero crío, le vi con un jamón casi mayor que él. Le pregunté como a todos:

Se turbó y se puso rojo como una amapola. Y me respondió:

–Yo nunca he comido jamón. ¡Tengo tantas ganas!...

Dejó el jamón sin rechistar y se quedó firme. ¡Pobre Valeriano! Detrás del hombre había un héroe. Voluntario desde el primer día de la sublevación, combatió en todos los frentes hasta febrero de 1939, fecha en que evacuó con el Ejército a Francia, donde hizo también toda la guerra y la resistencia contra el hitlerismo, siendo deportado en 1951 a Argelia. Acogido en Polonia como emigrado político, se hizo perito en Varsovia, donde ha muerto.

Desde que vieron la escena, los vecinos de Balsaín comenzaron a congregase en torno nuestro. Más de un centenar de personas asistían al espectáculo. Y yo tenía que justificar lo injustificable. Me serví del ejemplo de Valeriano como caso más convincente y a devolverles lo que era suyo, pedí perdón a los vecinos de Balsaín. Me lo concedieron con esa generosidad que solo es patrimonio del pueblo.

–Por favor, haceos cargo de esto y devolvédselo a sus dueños.

–Vete tranquilo, muchacho -me dijeron dos personas mayores-. Somos de los vuestros. ¡Estamos con la República!

–Muchas gracias y perdón otra vez.

Y salimos para Dos Castillas.

Llegando al Puerto vi a la oficialidad de Asalto que estaba conversando con Bárzana en la puerta de las casas que se alzaban a la izquierda.

Aquí venía la segunda parte de lo comenzado en Balsaín.

Me senté en el primer estribo del primer camión. Algunos se acercaron a mí. Recuerdo en particular a Cipriano González. Le pregunté:

–¿Tú estás con la República?

–Sí. Y estoy de acuerdo con lo que has hecho allí.

Convoqué a los milicianos en la parte de Dos Castillas que baja hacia Madrid. Allí les hablé, remachando el clavo ya golpeado en Balsaín.

Cuando terminé, después de señalar las condiciones para quedar en la columna, planteé el dilema:

–Los que estén de acuerdo conmigo, ¡que pasen a este lado!

–Yo también estoy con la República y acepto y apoyo lo que tú has dicho - dijo el primero que habló, Américo Brizuela Cuenca, otro fundador del Thaelmann, obrero tipógrafo de Madrid, al que me referiré más adelante.

Le siguieron todos los demás. La jornada del 22 de julio se terminó en este sector de la sierra con la conquista del Puerto de Navacerrada, la toma de las dos baterías del 7,5 mm y la derrota de la columna de Segovia.

Juan Modesto Guilloto

Guillermo García Bayón.


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