Crónicas Gabarreras 13
 Crónicas gabarreras:   Inicio > Historia > El hombre y el pinar en la historia de nuestros días (Francisco Martín Trilla)  


Foto: Faustino Martín

La historia de Valsaín es una historia con mayúsculas difícil de superar por su esplendor y pujanza. Desde que los reyes se fijaron en este lugar debido a su abundante y variada caza, los acontecimientos y decisiones de una España grandiosa y hegemónica se forjaban tras los muros de su increíble palacio, el primero de su género en la piel de toro.

Para escribir esa pujante historia existen historiadores bien documentados que nos pueden dar lecciones magistrales. Pero la historia de Valsaín no es sólo su gran historia. Existen otras pequeñas historias que los narradores jamás han plasmado. La pequeña historia es la historia cotidiana que nos ha tocado vivir y que nunca estará impresa en los grandes libros. A nosotros nos corresponde poner nuestro granito de arena, intentando recordar aquellos tiempos pasados, pero no lejanos en el tiempo, de los cuales hemos sido testigos.

El denominador común de nuestros padres, abuelos y nosotros mismos ha sido el pinar y todo lo que se desenvuelve a su alrededor. La simbiosis entre el Hombre y el Pinar ha sido perfecta. El nativo de Valsaín tiene que agradecer mucho al pinar y el pinar tiene mucho que agradecer a aquellos esforzados trabajadores que son la esencia de esta revista: LOS GABARREROS.

Cada gabarrero tiene muchas historias que contar y hubo tantos hombres dedicados a este oficio que daría para escribir montones de libros. Cuántos han tenido que padecer los rigores del invierno, cuando con las manos ateridas tenían que hacer verdaderos esfuerzos para cargar y atar. A veces tenían la mala fortuna de tener que empezar de nuevo, cuando su caballería se caía al resbalar con la nieve o el hielo. No hay ningún gabarrero que no se haya cortado, caído o golpeado, o incluso perdido la vida en su lucha diaria por la subsistencia. Se han jugado el tipo en infinidad de ocasiones, como cuando se subían a los pinos solo con una cuerda y la fuerza y pericia de sus brazos, pasándose de unos a otros imitando a Tarzán, o vadeando los ríos crecidos por la lluvia o el deshielo. Han bajado con sus caballerías por cortados imposibles, solos en plena noche y desafiando a los elementos.

Foto: Crónicas Gabarreras

El siglo XX en Valsaín ha estado marcado por los gabarreros, que han dejado una huella imborrable. Algún día también se les reconocerá como parte imprescindible de nuestra historia. Estos duros hombres han recorrido todos los rincones del bosque, viviendo de sus leñas muertas y al mismo tiempo evitando incendios y plagas. Quizás el dato más característico de estos hombres fue su profundo amor al pinar.

Ahora que estamos en tiempos de cambio, muchos se apuntan al tema de la conservación, sin saber que los habitantes de aquí lo llevamos haciendo toda la vida. El pinar de Valsaín es un ejemplo de conservación para toda España. Su flora y fauna no tienen parangón en otros lugares, y mucho tiene que ver la gente de aquí. Podemos decir por tanto que la historia del último siglo ha estado ligada al monte, del que se ha vivido y al mismo tiempo se ha sabido conservar y proteger.

Ojalá que estas gentes eruditas y de amplia visión sean capaces de querer y luchar por este pinar como hasta ahora lo hemos hecho nosotros, y no se cieguen diciendo que los árboles no les dejan ver el bosque.

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EN EL PINAR HASTA EL FIN

La vida se le escapaba,
el anciano lo sabía
y las fuerzas le fallaban
cuando la cuesta subía.

Por la empinada ladera,
se encaminó al Cerro Puerco,
oriundo de La Pradera,
era decidido y terco.

Con tanto esfuerzo, agotado,
se sentó en un parapeto,
los recuerdos del pasado
afloraron con respeto

En el frente de batalla
comenzó a reflexionar:
fue una contienda canalla
la que tuvo que pasar.

Un enfrentamiento vil
que nunca pudo olvidar,
aquella Guerra Civil
librada en este lugar.

El bosque que divisaba
fue siempre su compañero,
sus rincones pateaba
en tiempos de gabarrero.

No solo fue leñador,
que también fue jornalero,
cazador y pescador,
trabajando era el primero.

Un auténtico señor,
ante todo compañero,
arrojado y con valor,
era un hombre verdadero.

Clavó la vista en el cielo,
donde el águila imperial
gritaba con desconsuelo,
presintiendo algo fatal.

Ni nostalgia, ni tristeza,
sentía felicidad,
y demostraba entereza
en su eterna soledad.

Las campanas repicaban
con su lenta melodía,
el sonido que escuchaba
por él pronto sonaría.

Su vida llegaba al fin,
quiso de nuevo observar
el bosque de Valsaín
antes de irse a descansar.

Del monte supo vivir,
siendo su aliado y amigo,
aquí quería morir
y aquí se quedó dormido.

Con casi un siglo vivido,
dijo adiós sin protestar,
se marchó sin hacer ruido,
quedó en silencio el pinar
al que siempre había querido
y al que supo respetar.

Francisco Martín Trilla.

Foto: Crónicas Gabarreras

Francisco Martín Trilla.


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