Dice el pueblo que hay un Bravo
de nombre llamado Juan,
rebelde a este rey truhan
con el sentir segoviano.

Hace días que pasó
por la sierra un tal Padilla,
comunero de Castilla, y
con toledanos se unió.

Por el valle del Eresma
cabalgan a la llanura,
felices en su montura,
sin saber qué les espera.

Hacia Segovia se acercan
madrileños con Zapata
y viene de Salamanca
Maldonado a defenderla.

Del emperador, las tropas
conocen sus movimientos
y vigilan, siempre atentos,
preparando la derrota.

Pero el aire que respiran
al cruzar por esta tierra,
les da valor en la guerra
y les hará que resistan.

Los veo pasar, cantando,
alegres y decididos
¡si tuviera un buen potrillo
con ellos me iba juntando.

Para progeger Segovia
de los ataques flamencos
y al triunfar en el encuentro
saborear nuestra gloria!

Pero yo no soy soldado
solo un pobre carbonero,
que trabaja con esmero
junto al bosque del poblado.

¡Dios les guíe y les dé suerte
y fortuna en la batalla.
Y al extranjero... mal haya,
le dé mil veces la muerte!

Los cielos de Guadarrama
presidieron estos trances:
ilusiones y estandartes
que a Comunidad prolaman.

Combatid, nunca temáis
que lucháis por algo justo;
si perdéis, será un disgusto
para el valle que dejáis.

¡Valsaín y sus montañas
quieren que triunféis mañana!

José Carlos Sancho Fernández.