Si yo le pudiera dar
ese soplo de esperanza
a todo joven que avanza
hacia el paro, sin dudar…

¡si yo pudiera cantar
como cada madrugada
cantan los gallos del alba
que ya podrán trabajar…!

¡ay!, si yo pudiera
aliviar al pobre anciano
que sufre, aun en el verano,
ese frío de la espera.

que vio partir a los hijos
para buscarse futuro
y sabe ya, de seguro,
que su olvido es algo fijo.

si yo pudiera alcanzar
dos estrellas desde el cielo
para prestarle consuelo
a esos niños sin cuidar…

Dos estrellas, tan brillantes,
que iluminasen sus vidas
y curaran las heridas
que padecieron de antes.
a esa fiel mujer que calla
y aguanta con gran paciencia
pues sabe, por experiencia,
que el silencio no le falla,

quisiera abrirle los ojos,
las puertas y las ventanas,
darle la fuerza que sana
cuando aireas los despojos…

Y al animal castigado,
sin lógica y sin objeto,
por puro abuso, respeto
de crueldad, y humillado,

si yo pudiera librarle
de esa mano vengativa,
sin compasión, punitiva,
y del suplicio salvarle,

os prometo que lo haría.
Y al bosque vivo que arde,
de la aurora hasta la tarde,
del fuego le apartaría.

si yo pudiera ayudar
al que más quiere aprender
le intentaría ofrecer
los medios que echa a faltar.

si pudiéramos volver
a los que ya nos dejaron,
lo que nunca nos contaron
podríamos aprender…

si yo pudiera hacer esto,
sentiría a Dios conmigo,
mas, sólo soy un amigo
De Valsaín. soy modesto.

José Carlos Sáncho Fernández.