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 Crónicas gabarreras:   Inicio >  Fiestas y Tradiciones >  Recorrido por las Fiestas de mi infancia (entre los años 50 y 60)  


Foto: Feli García

Voy a relatar cómo yo viví las Fiestas en general hasta los diez años que mis padres me enviaron a estudiar a Madrid. Las Fiestas del Rosario no me he perdido ninguna porque antiguamente se empezaba el curso en octubre y se adelantaron a septiembre, como es ahora, y ya no hubo problema. De las fiestas de octubre recuerdo sobre todo que estrenábamos la ropa y zapatos de invierno, y aunque hiciera calor nos poníamos el domingo los zapatos gorila y el abrigo, si nos tocaba estreno. Una cosa que tengo en la memoria y que me encantaba era que el sábado se hacía la procesión por la carretera de La Pradera hasta donde está el Restaurante “El Torreón” y se iba cantando el Rosario en honor a nuestra Patrona.

Una vez que se pasaban las Fiestas estábamos pensando en las Navidades. Cómo me gustaba ver a mi padre hacer el Nacimiento, que ocupaba media tienda. Nosotros íbamos a por musgo y siempre nos bajaban acebo y mi madre lo vestía. No se de dónde salían tantos grupos cantando las coplas; nosotros también lo hacíamos, pero sólo a los vecinos.

En enero, ya pasadas las Navidades, venía enseguida San Antón. Además de la fiesta de la Iglesia, que tenía procesión con el Santo, por la tarde se celebraba en el  Salón de Baile que estaba donde vive Carias y que era de su hermano Lucio; allí bailábamos y correteábamos al son del organillo. Era típico que trajeran unos bizcochos muy tiernos. Recuerdo que los servían en un plato con un botellín de vino dulce -yo creo que era una especie de mosto tinto- que estaba riquísimo, porque lo bebíamos los niños. Era típico que la gente llevara las ofrendas al Santo para, después, la subasta. Mi madre siempre hacía un bizcocho con un agujero en el centro y ponía una botella de coñac “Terry”. Luego, en la citaba subasta, mi padre se quedaba con ella y volvía a casa; menos un año que, atraídos por la fiesta, los soldados que hacían la mili en Robledo pujaron tanto que nos quedamos sin el bizcocho, por lo que nos llevamos un gran sofocón.

En el mes de febrero a primeros se celebraba Santa Águeda, entonces sólo se vestían las Alcaldesas. Recuerdo en especial cuando fue la Sra. Felisa de Diego, que vivía al otro lado de la carretera, y cómo se celebraba el refresco en casa de las Alcaldesas; luego se paraban los coches, cruzando las varas de mando en la carretera para hacerlos parar. Entonces había muy pocos, pero escuchábamos sobre los adoquines a ver sí venía alguno. Por la tarde, las Alcaldesas y hermanas hacían una merienda en La Hilaria a la que asistían el Párroco, Alcalde, Médico, y demás autoridades.

A continuación venían los Carnavales. Eran tres días en la que las madres nos preparaban un traje distinto para cada día. Ellas mismas los confeccionaban. Yo recuerdo a mis hermanas mayores que se lo hacían ellas y se juntaban en una casa para diseñarlos y confeccionarlos. Salían verdaderas maravillas; y, por supuesto, cada día había baile en el Salón de Lucio.

También celebrábamos el “Chavito de la Cruz de Mayo”. Nos hacían una cruz de madera con la que íbamos a pedir a las casas y la poníamos un lazo de colores. Después, con lo que sacábamos, nos íbamos de merienda. Las más pequeñas solíamos ir a la Piedra los Pájaros. Antes se veía muy bien, pero ahora, como queda dentro de la Pinochera, no se ve. Recuerdo un año que, cuando íbamos a mitad camino, nos cantó el cuco y nos volvimos asustadas a casa. Las mayores solían ir a los Praderones y los chicos hacían guardia para quitarles la merienda.

Del mes de mayo con el Chavito pasábamos al día San Pedro -era fiesta Nacional-, y era tradición que todas las familias fueran a merendar al Parque, concretamente al “Cañito”, donde está la presa, y se cogía agua de la fuente, los de la Pradera a un lado del río y los de Valsaín al otro. Era muy bonito ver la manta típica de los gabarreros en el suelo y sobre cada manta una familia con su tortilla, chorizo de la matanza, o lo que cada uno llevara. Era la única vez al año que mi padre merendaba en el campo. Para nosotros era un día muy especial.

Durante el verano había mucha animación con los veraneantes -que a cada casa venía una familia-, y se celebraban fiestas en las casas e incluso recuerdo algunas en la terraza que tenía la Hilaria, con farolillos y todo; también en la pista había baile, allí también se hacían obras de teatro en la que venían artistas tan importantes como eran la Ladrón de Guevara, Ismael Merlo y tantos otros que hacían giras por los pueblos. A veces había títeres. Éstos se instalaban en la pista de Lucio y si no en la gasolinera, donde íbamos con las banquetas y sillas de casa y sino en el suelo.

Era una época en la que disfrutábamos con las cosas por muy pequeñas que fueran. Qué felices éramos y qué nostalgia me entra… Espero que esto a muchos os haya hecho recordar y seguramente tengáis más anécdotas que contar.

Rosario García García.

©Pedro de la Peña García | cronicasgabarreras.com