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 Crónicas gabarreras:   Inicio >  Folklore >  Valsaín, cultura y tradición (Emilio Montes Herrero)  


Emilio Montes y Aurora Herrero Artiaga (1953)

Emilio Montes y Aurora Herrero Artiaga (1953).
A mi madre y a mi padre.

Este texto pretende ser un canto emocionado a Valsaín, sus gentes y  sus hermosas tradiciones.

Quiero expresar mi especial agradecimiento a José Manuel Martín Trilla por su aportación de las Coplas por él recopiladas, algunas de las cuales he utilizado para ilustrar este texto, y que sin ellas nunca podría alcanzar la pretensión expresada.

Valsaín, como pueblo, tomando esta acepción como el conjunto de personas de un lugar, está formado por las personas que se establecieron en este lugar al que los romanos, hace más de veinte siglos,  denominaron Vallis Sapinorum. Como todos los pueblos que se precien, atesora una rica tradición, tal y como hemos podido comprobar a lo largo de todas las ediciones precedentes de “Crónicas Gabarreras”.

El cancionero popular segoviano ha reconocido a Valsaín, nuestro pueblo, como un lugar privilegiado.

Laguna de Peñalara,
Pinares de Valsaín,
allí me dieron la vida,
allí quisiera morir.

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua nos dice que tradición es la comunicación o transmisión de noticias, composiciones literarias, doctrinas, ritos, costumbres, hecha de padres a hijos al correr de los tiempos y sucederse las generaciones. También nos dice que la  tradición está constituida por la doctrina, costumbre, etc., conservada en un pueblo por transmisión de padres a hijos.

La tradición es, pues, una de las fundamentales señas de identidad de un pueblo y su cultura. Y adquiere el calificativo de popular para indicar que es perteneciente o relativa al pueblo. Hablamos de tradiciones populares cuando, en sentido estricto, nos referimos al conjunto de costumbres, doctrinas, ritos, trajes, composiciones literarias, leyendas, refranes, música, cantos, proverbios, etc., que se transmiten de forma oral y que constituyen un fenómeno cultural por excelencia.

"La Cultura de los pueblos es algo inherente a la vida de los mismos. En Valsaín, el sentir popular tiene sus peculiaridades propias, marcadas sobre todo por el Pinar y la vida desarrollada en él, pero también por otros factores, como nuestro Torreón, nuestras arraigadas Fiestas, las secuelas (positivas y negativas) del pasado, etc.".

Desde esta idea, expresada por Crónicas Gabarreras, que constituye el referente de nuestro sentir, y en línea con lo marcado desde el principio en todas las ediciones de la Revista, en la presente edición se trataría, en mi modesta opinión, de continuar en la profundización y en la exaltación de todos aquellos "pequeños matices reflejados en los artículos que altruistamente nos han enviado", según nos dicen con sus propias palabras María Teresa Isabel Fernández y José Manuel Martín Trilla, en el prólogo de la Revista perteneciente a la edición del año 2002.

A lo largo de su historia, en Valsaín se han producido procesos que conforman su dinámica cultural. Uno de esos procesos es la propagación en el espacio por desplazamiento de núcleos de población. Un buen ejemplo de ello lo tenemos en su origen como pueblo.

Las diferentes repoblaciones habidas en Segovia durante su Reconquista a los musulmanes, y de forma significativa tras finalizar la misma,  con gentes de origen vasco que aportaron sus tradiciones, entre ellas la tradición gabarrera, nos dan idea de este proceso. Descendientes segovianos de esa población, entre otros, fueron desplazados por monarcas de la Casa de Trastamara para establecer en Valsaín una población que atendiera sus posesiones y estuviera a su servicio.

En la plaza Valsaín
hay un charco y no ha llovido,
son las lágrimas de un gabarrero
por lo mucho que ha sufrido.

Otro ejemplo lo constituyen los asentamientos de población producidos en el entorno de La Pradera de  Navalhorno, como consecuencia de políticas del Gobierno de la Primera República, que aportaron su cultura en múltiples facetas. También hicieron su aportación cultural los nuevos pobladores asentados en los casetones de La Pradera tras la instalación del Real Taller de Aserrío, después de la restauración de la Monarquía, así como los llegados durante los siguientes años como consecuencia del incremento de la producción de la fábrica de madera.

Estos asentamientos de población, de orígenes geográficos diversos, confirieron a La Pradera de Navalhorno de unos elementos culturales específicos, que enriquecieron notablemente la cultura de Valsaín.

Venimos de esas montañas
corriendo todo el pinar,
llegamos a la pradera
este pueblo a saludar.

El pinar de Valsaín
tiene fama nacional
por su madera excelente
que podemos comprobar.

Vienen de tierras lejanas
por su fama conocida
para construir señores,
las viviendas protegidas.

Tenemos en la Pradera
a Regiones Devastadas
que mira por los obreros,
esto está bien a las claras.

La difusión de los hechos culturales, la modificación y la innovación cultural, la integración de las nuevas generaciones mediante aprendizaje de elementos culturales de otros grupos de población y la adaptación al patrimonio tradicional de lo aprendido, son otros procesos de dinámica cultural que también se han producido en Valsaín.

Foto: Julia Pérez

Pero el proceso más importante de la dinámica cultural en Valsaín es la transmisión en el tiempo, es decir, la tradición.

Siempre me gustaba escuchar a mi abuelo, Felicito Montes Llorente, cuando me contaba cómo era la Pradera cuando vino para vivir en ella. Recordaba a los vecinos y a los obreros de la fábrica por sus nombres, la forma en que se vivía, y disfrutaba recordando el carácter alegre del vecindario de todo Valsaín durante las Fiestas del Rosario y de San Antón, así como durante la celebración del Carnaval.

A todos los industriales
y público en general
el Barquero Cantillana
hoy os viene a visitar.


En esas sierras nevadas,
cerca de los Siete Picos,
el Barquero Cantillana
allí tiene su cortijo.

Si alguno que se atreva
a este molestar,
que mire bien lo que hace,
que lo pasará muy mal.

El señor Mariano Sastre
es hombre de gran prestigio
y de pronto se da cuenta
que le saluda el Botijo.

Él no se tiene de risa
al verme a mí disfrazado
me larga un buen cigarrito
como igual a mis muchachos.

Le recitamos el verso
que es compuesto de un cantar
y lleno de emoción nos dice:
ya os podeís retirar.

Sus recuerdos de los carnavales de aquellos años estaban ligados a las coplas reivindicativas de los obreros de la fábrica de madera,  cuyos textos eran cantados por la Comparsa “El Barquero de Cantillana”. El autor de dichas coplas era Faustino Aparicio, “Botijín”, a quien debemos especial agradecimiento, pues sus coplas recogen a la perfección el carácter de un pueblo, Valsaín, y el de unas gentes especiales, nuestros mayores y antepasados.

En la tradición de Valsaín ocupa un lugar destacable la composición de coplas y canciones populares, que se han transmitido de generación en generación. Con una canción popular  decimos a nuestra manera, desde hace generaciones, de dónde somos.

Dicen que Valsaín
no figura en el mapa.
Dicen que Valsaín
no figura en el mapa.
¡Eso si que es verdad!
Pero bebiendo vino
nos conoce hasta el Papa,
rumba la rumba la rumba,
la rumba del cañón.

Otros autores de coplas de Valsaín han sido  Antonia Martín Vázquez y Tomás Martín Vázquez, cuya impronta ha quedado recogida en esta Revista, que junto con Faustino Aparicio, “Botijín”, y otras personas también dotadas de una imaginación y gracia especial, han mantenido viva una tradición  que ha tenido y tiene sus continuadores.

Coplas y canciones populares, composiciones poéticas de Arte Menor, gozan en España de un gran arraigo y alta estima popular por la profundidad de los sentimientos que expresan, y cuentan entre sus autores con grandes poetas como Rafael de León y Federico García Lorca.

Elementos sustanciales de la Cultura de Valsaín son también todos aquéllos relativos a los trabajos desarrollados en el Pinar y los relacionados con la elaboración de la madera y su transformación. Debido a ello se hace necesario que valoremos, con la importancia que se merecen, las aportaciones realizadas a esta Revista por Ángel Bernabé Berrocal y Teodora Galindo, Leandro Rodríguez Fernández (a través de su hijo Javier Rodríguez), Conrado Martín Merino, Francisco Martín Trilla, Rubén Martín Carreras o Miguel Ángel Abad, entre otros.

Foto: Antonio Martín

De gran valor intrínseco son los textos “Diccionario Gabarrero”, de Antonio Salamanca Yagüe, y “Refranes que dejan huella”, de Francisco Martín Trilla. Ambos se refieren a un elemento esencial en la cultura de Valsaín, cual es el lenguaje de los gabarreros. Dichos textos pertenecen al género Didáctico de la Literatura y tienen como peculiaridad que su conocimiento les ha llegado por tradición.

“El llanto del Pinar”, de José Manuel Martín Trilla, ha marcado un hito en la narrativa popular, cuyo contenido  se enmarca en la tradición gabarrera de Valsaín. Recientemente, en Mayo de 2011, publicó en devalsain.com “Veredas de Gabarreros”. En ambos textos expresa, con  sintaxis clara y prosa precisa y rotunda, los sentimientos más profundos que corren por su ser al escribirlos.

“Mi mente viaja al encuentro de los viejos gabarreros; y me recreo escudriñando en el horizonte de sus tiempos marchitos”.

“Por estos senderos de grandeza, consigo mirar más allá de lo que alcanza mi vista: Porque quiero contemplar el transitar de los gabarreros por las veredas de su Historia”.

Con estas frases, seleccionadas de “Veredas de Gabarreros”, ¿qué nos está queriendo decir su autor? Parecen apuntar a una obra de mayor importancia, amplitud y alcance. Sólo el tiempo y José Manuel Martín Trilla nos lo podrán decir.

También forman parte de nuestra cultura otros aspectos de la vida de las gentes de Valsaín, usos sociales y costumbres arraigadas con el devenir de los tiempos, y de las que nos han hablado en diferentes artículos publicados en “Crónicas Gabarreras”.

Elementos consustanciales de esa Cultura lo son además,  entre otros, la tradición religiosa manifestada en la devoción a la Virgen del Rosario y a San Antón, las Fiestas celebradas en su honor, los festejos taurinos,  la Música tradicional interpretada con dulzaina y tamboril, el baile tradicional de la Jota Segoviana, los trajes tradicionales segovianos  y la tradición de disfrazarse con ocasión del Carnaval y de cualquier acontecimiento festivo o social.

Tradiciones populares de Valsaín todas ellas, cuya manifestación a lo largo de los siglos nos da idea de su importancia y relevancia en los sentimientos de sus gentes.

Guardo en mi recuerdo con especial cariño  una bella expresión de esa hermosa tradición, que se repetía año tras año durante mi infancia, cuando los dulzaineros tocaban “La entradilla” en honor a la Virgen del Rosario en el momento de comenzar la Procesión durante las Fiestas.

Qué hermoso es recordar el carácter alegre y festivo de las gentes de Valsaín. En los duros inviernos de aquéllos años, todos los 17 de enero, festividad de San Antón, se renovaban los cargos de la Hermandad del Rosario, como es tradicional. Por la mañana, la celebración religiosa convocaba y reunía al Pueblo para honrar a San Antón. Y los cargos salientes y entrantes de la Hermandad del Rosario se congregaban por la tarde, en el salón de Lucio Alonso, para continuar celebrando al Santo y convidar  al Pueblo por haber llegado a buen término en la pasada edición de las Fiestas.

Esa unión de las gentes, reunidas por tradición en una gélida tarde de enero, sólo podía tener su mejor manifestación  si estaba acompañada de la Música  popular interpretada con dulzaina y tamboril. Al prorrumpir los dulzaineros y el tamborilero con la Jota de “La Respingona”, sacaban a relucir los más profundos sentimientos de las gentes de Valsaín.

Emilio Montes Herrero.

©Pedro de la Peña García | cronicasgabarreras.com