Un día, viendo fotografías, recuerdo uno de esos muchos fines de semana que nos juntábamos a comer en las inmediaciones del picadero "El Parque". Nos aproximábamos a las Fiestas Patronales y comenzamos a pensar qué actuación cómica podríamos hacer durante la lidia de nuestro becerro. Sin tener las cosas muy concretas, seguimos con nuestra armonía, contando y contando anécdotas y chistes… Y "entre ponte bien y estate quieta" nos echábamos unos "chupis".

Entradas ya las horas nocturnas (julio de 2003), nos fuimos hasta el kiosco de "El Frontón" donde seguimos amenizando la noche junto a la gente que allí se encontraba.

Fue entonces cuando, animados por la juerga, se nos ocurrió hacer el simulacro de los forcados. Y allí, rodeados de la gente que frecuentaba dicho kiosco, realizamos una simpática representación con reconocido éxito. Aún recordamos aquella velada con especial cariño…

Y de ahí, a cumplir en el ruedo. Fue nuestro compromiso y, de aquella noche de juerga, nació la singular charlotada (o como se quiera llamar) con la única intención de entretener a todos los que se deciden a disfrutar de nuestras inmejorables Fiestas.

Estas tradiciones, que algunas peñas aún mantienen, son para intentar provocar a los más jóvenes con objeto de que no se pierdan. Porque, en conjunto con los buenos aficionados al arte del toreo que nos deleitan con su grandeza y valor, dan más colorido a nuestras fiestas. Es nuestro deseo que los más jóvenes sepan apreciar estas costumbres que nos identifican.