Desde estas líneas quiero hacer una mención a todos aquellos que, desde que tengo uso de razón, han sido los que fiesta tras fiesta me han dado la afición para seguir sus pasos.

Nos situamos en la plaza "de los guardas", una plaza que permanece en el recuerdo de todos los que alguna vez han tenido el lujo de poder disfrutar de alguna tarde taurina allí.

Voy a comenzar agradeciendo a mi familia el apoyo incondicional que siempre me han dado y todas esas tardes que han acudido a verme, siendo un orgullo para mí haber podido brindarles mis primeras faenas.

Recuerdo a Mariano el del Rancho con su toreo de arte, valor y rodilla en tierra; a Jesús Dorrego, con sus grandes pares de banderillas, y a Abel García, pionero del rejoneo.

También a los hermanos Mantecas, Luis y Jose, haciendo uso de sus buenas maneras, y a Mariano Fraile, todo quietud y temple. A la hora de estoquear cabe mencionar a Julio de Castro y Pepe Berrocal que se tiraban a matar con fuerza, valor y precisión. Es un honor haber disfrutado en el ruedo de Andrés Trilla, que nos deleitó con sus pases de capote de mano baja y poderío hasta sus últimos días.

Por supuesto, necesito nombrar a mi tío Rufino "Cachorro" que siempre se ha distinguido por su toreo de capote y sus grandes quiebros, los cuales han me han servido de ejemplo e inspiración.

Las Peñas ha sido una parte fundamental en la fiesta, tanto los Piratas como los Teos y los Diablos nos han hecho disfrutar año tras año con sus cuadros (columpio, literas, cabestros y muchos más). Ojala fuéramos todos así.

Por otra parte, ha supuesto un antes y un después la escuela taurina de Valsain fundada por Javi el de la Fragua, Chichas, César de la Flor, Redondo y yo en la cual preparamos un carretón utilizando el cuadro de una bicicleta y ensayábamos en la Fragua de Bienve, actualmente de Truska.

Después construimos la plaza actual, la cual cambió el toreo por completo, haciendo que sea más templado y con mejores maneras. En esta plaza ha habido también grandes faenas, incluyendo a César de la Flor con su toreo artístico y templado, las buenas formas de Javi Polaski, Roberto Berrocal con gran torería, Paulino y sus pases de capote o Miguel Ángel Lortas con su arte pausado y de numerosos revolcones.

Mis amigos: Redondo y Chichas, con los cuales he compartido tantas tardes en la plaza, destacan por su constancia y valor.

Merece un recordatorio especial toda esa gente que no torea, pero siempre está allí desinteresadamente, como son Jose Fraile aportando su tractor para cargar los toros, Pepe Fraile y su noble tiro de mulillas o Javier Herrero y Antonio Bicicletas por sus donaciones de trofeos taurinos.

Tenemos el lujo de contar con un gran público que año tras año acude a Valsain, y de los cuales recibimos más elogios que críticas, dando muestras de su paciencia y afición. Como anécdota de ese gran público destaca un matrimonio de jubilados de Segovia que siempre me traía unas banderillas cortas porque decían que preferían verme ponerlas aquí que ir a las Ventas. A todos, gracias.

Pido disculpas de antemano a los que no he mencionado y también han sido participes de esas tardes esporádicas e instantes únicos.

Desgraciadamente, en los últimos años ha bajado un poco la afición, pero estoy seguro que las nuevas generaciones que vienen nos harán disfrutar y pasar tan buenos ratos como hemos hecho pasar nosotros.

Por supuesto, esto no es una despedida. Los toros seguirán formando parte de mi vida hasta que el cuerpo aguante.

¡Vivan los toros en Valsaín!