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 Crónicas gabarreras:   Inicio >  En los sentimientos >  Una carta para mis abuelos (Silvia Salamanca Arévalo)  


Foto: Silvia Salamanca

Me llamo Silvia y esta carta la escribo como homenaje a mis abuelos Severiano y Esperanza. Mi abuelo pertenecía a la familia de los “casonos” y mi abuela, descendiente de Navafría, a la familia de los “zamarras”. Él se dedicó toda su vida a la ganadería y al pinar, mientras que ella se ocupaba de las tareas del hogar, como la mayoría de las mujeres en aquella época.

Mi abuelo trabajaba en la fábrica de maderas de Valsaín y cuando terminaba se subía al pinar y también cuidaba el ganado que tenía. Puedo afirmar que era un auténtico gabarrero ya que se llevaba el caballo al pinar y con el hacha se subía “gateando” a lo alto de los pinos para cortar las ramas y hacer la carga, jugándose la vida. Los últimos años trabajó de vigilante en la fábrica de maderas. En cuanto a mi abuela, se dedicaba a su hogar y se encargaba hacer las comidas por lo que mi abuelo se encontraba bien atendido cuando llegaba de trabajar.

En los años que compartí con ellos, descubrí que eran personas que se dedicaban a su familia y que todo lo que tenían, fuera poco o mucho, nos lo ofrecían. Tenían una valla por debajo del Ceneam donde cuidaban una pequeña huerta y, en especial, recuerdo los tarros de frambuesa que nos daban. En la época de verano, mi abuela subía una tortilla de patata y una barra de pan y allí merendábamos los tres. En invierno, yo iba todas las semanas a su casa, ya que sabía que me tenían preparadas las castañas que asaban en la lumbre.

Foto: Silvia Salamanca

También recuerdo con mucho cariño que, durante las Fiestas de Valsaín, nos quedábamos toda la familia en su casa, y éstos compraban tortas para todos y las desayunábamos por las mañanas. Quiero remarcar que mi abuelo, hasta el último año que permaneció en Valsaín, cogía el mismo sitio en la plaza de toros, y esto suponía tener que ir a la hora de abrir las puertas para guardarlo; siempre era el primero en llegar, mientras que mi abuela se quedaba preparando la merienda para los toros.

Importante para mí decir, que la dedicación de mi abuela hacia mí era constante, igual que el cariño que me daba, y puedo asegurar sin ningún miedo que por mí tenía adoración, ya que ella era una persona abierta, cariñosa y que daba todo lo que tenía; en cambio, mi abuelo era una persona muy recta, seria y responsable, que había días en los que era complicado sacarle una sonrisa, pero me cabe el orgullo de que los dos eran queridos en el pueblo de Valsaín.

Con este homenaje quiero recordar a dos personas que han dejado un vacío muy grande en mi vida, ya que han sido y serán muy importantes para mí, las cuáles hicieron que mi infancia fuera feliz, y me enseñaron a querer a Valsaín como mi pueblo. Siempre les tendré una adoración y un agradecimiento muy grande por todo lo que me enseñaron y toda la dedicación que tuvieron hacia mí.

Por último señalar que estoy muy orgullosa de mis abuelos y que estoy en Valsaín gracias a ellos.

Silvia Salamanca Arévalo.


©Pedro de la Peña García | cronicasgabarreras.com