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 Crónicas gabarreras:   Inicio >  Fiestas y Tradiciones >  La Hermandad de Nuestra Señora del Rosario de Valsaín (Ángel García)  


Foto: Lucio de Miguel

En la historia de Valsaín y de su Parroquia merece dedicarse un recuerdo especial y agradecido a la Hermandad de Nuestra Señora del Rosario, por la importancia que ha tenido a lo largo de los años, desde su fundación hasta nuestros días. A continuación me propongo hacer memoria de su historia. Recordar el pasado es algo imprescindible para entender el presente y proyectar el futuro. Como párroco de Valsaín deseo también expresar mi agradecimiento más profundo a esta Hermandad por la colaboración que ha prestado y sigue ofreciendo a la Parroquia.

Discurría el año 1756 cuando un grupo de devotos deseaban fundar una Hermandad en honor de la Santísima Virgen del Rosario y comenzaron a reunirse con este objetivo. El día 3 de octubre encontramos el Acta de la primera Junta general que da fe de este propósito.

A lo largo de tiempo se van sucediendo otras Juntas Generales, hasta que llega el gran día de su Fundación, que tuvo lugar el día 9 de julio de 1758. Se llevó a cabo por el Reverendo Padre Fray Pedro González, de la Orden de Predicadores, residente el Convento de Santa Cruz el Real de Segovia, quien nombró como capellán de la misma a D. Vicente Gutiérrez, cura teniente del Real Sitio de Valsaín.

El día 6 de agosto de 1758 se publicaron las Constituciones por las que había de regirse dicha Hermandad. Las firmaron, entre otros, el Ldo. D. Vicente Gutiérrez, como padre espiritual, D. Agustín de Echevarría y Azcárate, y el Ldo. D. Juan Martín de Goyeneche, canónigo doctoral de la Granja, gobernador, provisor y vicario general de esta Real Abadía.

Foto: Feli García

Se Ya estaba fundada la Hermandad, que ponía de manifiesto el amor y la devoción de las gentes de Valsaín a la Virgen María, pero les faltaba algo, la imagen de Nuestra Señora del Rosario. Se adquirió en el año 1760. El 3 de agosto se bendijo en la primitiva iglesia el nuevo altar para poner y colocar en él la imagen de María Santísima del Rosario con su corona de plata y las potencias del Niño.

Fueron pasando los años, la devoción aumentaba y era por todos reconocida. Los Hermanos y el pueblo entero celebraba con toda solemnidad sus fiestas, que eran las siguientes: la función de Nuestra Señora del Rosario con sermón, la Purísima Concepción, la Purificación, la Anunciación, la Natividad de Nuestra Señora, y la Asunción, además de la fiesta de San Antón, a ellas se unían los sufragios por los Hermanos difuntos.

Desde los orígenes, una de sus características ha sido tener presente y orar por los difuntos. Reconociendo esta laudable costumbre, el 29 de mayo de 1764 el Papa Clemente XIII, por medio de una Bula Pontificia, concedió indulgencia plenaria en todas las Misas que se celebrasen en favor de las almas de los difuntos de la Hermandad.

Otra de sus notas distintivas es la unión de amor a la Virgen con la devoción a San Antonio Abad. Nada extraño en un pueblo de hacheros y gabarreros, que vivían del pinar. Ya en el año 1858 se hacía la Rifa de San Antón, y en 1915 se adquirió por parte de la Hermandad la imagen del Santo por la que, junto al porte de ferrocarril, embalaje y demás costes, se pagaron 1.088 reales.

Foto: Lucio de Miguel

Todos los años se venían celebrando con gran solemnidad las fiestas del Rosario. La imagen de la Virgen, que se sacaba en procesión, se fue deteriorando. Por ello, en el año 1898 hubo que repararla y pintarla, así como las andas, cuyo coste ascendió a 460 reales.

De modo ininterrumpido se realizaban las Juntas Generales, la renovación de los cargos, la venta de Escapularios, y la entrada de Hermanos. Pero llegaron unos años difíciles, en los que pudiera parecer que la Hermandad había desaparecido. Es el periodo que va desde 1924 hasta 1939. En el año 1924 se interrumpieron las Juntas Generales, la última tuvo lugar el día 11 de octubre. El día 8 de septiembre del año 1939 se reanudaron las Actas. En esta reunión se puso de manifiesto que la Hermandad carecía de fondos por negarse a continuar en ella la mayor parte de los Hermanos y por las deficiencias del pago en las cuotas establecidas desde 1930 al 1939. Se volvieron a hacer los nombramientos de los diversos cargos y para llevar a cabo su reorganización se acordó que una comisión de varios Hermanos recorrieran los domicilios de Valsaín y La Pradera, inscribiendo a todos los que deseaban seguir perteneciendo a ella.

Pasado ese mal momento, la Hermandad volvió a adquirir pujanza. Año tras año fue aumentando el número de Hermanos y la devoción a la Madre del Cielo, que nunca había cesado.

Foto: Angelines García

Durante este período, el templo parroquial había quedado muy deteriorado y se hacía necesario construir otro nuevo. Y todos se pusieron manos a la obra. El 21 de agosto de 1949 tuvo lugar la inauguración de la nueva iglesia. Por parte de la Hermandad se acordó dar todas las facilidades para el traslado de imágenes y objetos al nuevo templo. Nuestra patrona, la Virgen del Rosario, fue llevada en solemne procesión el sábado 20 de agosto, colocándola en el lugar reservado para Ella en el altar mayor.

Y desde entonces hasta el día de hoy, ahí está la Madre del Cielo, derramando sus gracias y bendiciones a esta bendita tierra que la lleva en sus labios y en su corazón. Ahí está la Hermandad que sigue siendo lugar de unión, de oración, de tradición y faro de devoción a Nuestra Señora del Rosario. Y es que Valsaín ha sido, es y será siempre “tierra de María”.

Ángel García García.


©Pedro de la Peña García | cronicasgabarreras.com