Tierra intensa, tierra madre,
lagos de azul de metal,
verdes praderas de jade
y riscos nevados que dan
un toque majestuoso
a esas montañas de paz,
esas montañas hermanas:
las cumbres de Canadá.

Contemplé sus murallones
y respiré en libertad
el aire que, en mis pulmones,
fue vida fresca y tenaz;
esa vida que renace
y que te viene a buscar,
y que siempre se complace
en ayudarte a luchar.
Luchar para que recuerdes
que de su mano se va
lejos, entre las estrellas,
hacia un mundo sideral.

Ese mundo del que somos
parte infinitesimal,
nosotros aquí, en la sierra,
y en Segovia capital,
en Madrid, en Barcelona,
en Jamaica o en Irán,
en China, Rusia o Australia,
en Colombia o Canadá

Hermanos todos de un mundo
que se resiste a negar
los vínculos que nos unen
y nos harán trabajar
por una tierra más limpia,
respetada y fraternal,
en la que cada ser vivo
tenga su oportunidad.

Valsaín, tierra sincera,
ganadera y forestal.
Canadá, patria grandiosa
del bisonte y del glaciar
¡Sois hermanas, grandes tierras,
por la fuerza universal
que os transmiten las montañas:
son parte vuestra, esencial!

Contemplando ambos paisajes,
sentimos esa hermandad,
que la pradera nos canta
y el río lleva hacia el mar.