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Foto: Pedro Trapero

Uno de los milagros que la naturaleza nos ofrece es la capacidad de desarrollo de un árbol. Parece increíble que de una semilla de un tamaño ínfimo pueda surgir un pino de más de 30 m. de altura.

Los animales, a diferencia de los árboles, tenemos la capacidad de desplazarnos en busca de alimento, agua, cobijo, etc.… Pero los árboles no, ellos permanecerán allí donde se deposite su semilla, y es en ese lugar en el que competirán con otras plantas por la luz, la humedad, los nutrientes y se adaptaran al terreno, a la sequía y al viento dominante. El árbol se adapta al medio permaneciendo inmóvil en apariencia y más le vale porque de su capacidad de adaptación dependerá su futuro.

A lo largo de su vida son numerosas las funciones que desarrolla un pino, evita la erosión, atrae humedad, fija CO2, nos ofrece oxígeno, sombra, madera, leña, los resguarda de la lluvia etc.… y aún inertes siguen ofreciéndonos mucha vida.

Al igual que los animales los árboles nacen, tienen una etapa de crecimiento y una de madurez para llegar a la vejez, perecer y finalmente descomponerse.

Foto: Pedro Trapero

Algunos de estos árboles, por distintas circunstancias, alargan su vida más de lo normal para su especie. En el caso del pino silvestre es de unos 200 a 250 años, pero hay pinos que pueden incluso llegar a los 600 años. En nuestro pinar de Valsaín tenemos ejemplares que superan fácilmente los 250 años, convirtiéndose así en verdaderas joyas del monte.

Actualmente se indultan pinos de más de 80 cm. de diámetro, y son éstos pinos y otros que se dejen, los que disfrutarán nuestras generaciones futuras dentro de unos lustros; al igual que nosotros disfrutamos con los ejemplares que conservaron nuestros ancianos, a los que agradecemos la labor que hicieron en estos montes.

Aquí se muestra uno de esos ejemplares. Lo más habitual habría sido incluir una fotografía del típico pino de Valsaín con su tronco recto y de unos 30 m. de altura, pero he preferido exponer la de este pino por ser un ejemplar menos frecuente.

Desconozco si llegará a los 15 m. de altura, pero sí sé que mide más de 1,20 m. de diámetro normal y que ha crecido a unos 1850 m. de altitud, con las dificultades que ello conlleva. El tronco es bastante tortuoso y en él se aprecia la huella del hacha que se utilizó para obtener varias cargas de leña, no sin esfuerzo por parte del gabarrero.

Es un verdadero lujo poder encontrarnos con pinos de estas características en el Pinar de Valsaín, lástima que no puedan contarnos por lo que han pasado y lo que han visto, para así poder aprender un poco más de ellos.

Pedro Trapero Arcones


©Pedro de la Peña García | cronicasgabarreras.com