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 Crónicas gabarreras:   Inicio >  Los Gabarreros >  Seña de identidad: Serranos del Guadarrama con alma gabarrera.  


Dos estilos distintos de cargar. Foto:Paco Montes

Artículo de Juan Andrés Sáiz Garrido.

Somos castellanos, segovianos, comuneros, serranos del Guadarrama... Llevamos dentro –en nuestra memoria colectiva bien marcado el amor apasionado a la tierra y a la sierra, el gusto por la  música, la sensibilidad por la poesía, la apetencia por lo bello, el respeto por las   tradiciones en las que creyeron nuestros mayores, la pasión repentina y fogosa de la llama de  la leña de pino, la frialdad de las heladas extremas de nuestro largo invierno, la solidaridad  explosiva de las lluvias fugaces de las tormentas de agosto, el instinto furtivo, depredador y  montaraz de los lobos solitarios, la sangre jacobina y trasgresora, la arrogancia altiva de un  pino padre y centenario, la cabeza tan dura como el corazón de un tocón teoso, el derroche  generoso en el trabajo, en el amor y en la amistad, la alegría de celebrar fiestas que se adentran en las raíces de nuestra historia y en la noche de los tiempos, el respeto por ese árbol  que nos da la vida, la atracción por el fuego que despierta nuestra imaginación y el sano orgullo  de haber concebido, a través de este amancebamiento con el medio, una cultura propia: la  cultura de la sierra de Guadarrama y la gabarrería.

Los Gabarreros del Espinar. Obra de Juan Andrés Saiz Garrido

Ahora, cuando el progreso y las nuevas  tecnologías abren nuevos caminos y arrinconan en los museos los vestigios de los duros  oficios de resistencia agraria, es bueno que miremos de dónde venimos y revisemos el fenómeno guadarrameño de la gabarrería como esa cultura popular forjada por aquellos que, en una relación de amor y odio con esta sierra, se ganaban honradamente el jornal a fuerza de hachazos, ingenio y sacrificio; que conocían todos los rincones del monte como la palma de su mano; que tenían que aguzar la imaginación para sortear el control de los guardas forestales  cuando no cabía otra salida que aprovechar leñas furtivas; que desarrollaron una técnica especial para resegar los tocones enterrados, y otra aún más peligrosa para trepar a los pinos y cortar sus ramas secas; que algunos dejaron la vida al caer al vacío desde lo alto de las  cogutas, y otros arrastran graves lesiones y costurones por todo el cuerpo; que se las apañaban con artes caseras para curarse ellos mismos, en el monte, los cortes que se producían con las hachas, y también para remediar las mataduras que las pesadas cargas ocasionaban a sus  caballos; que desarrollaron inteligentes técnicas con las que eran capaces de cargar y sujetar grandes volúmenes de leña a sus cabalgaduras; que muchos de ellos marcaron raya deportiva en las competiciones de corta de troncos; que alegraban su trabajo con bellas y populares coplas, cantadas a ritmo de jota castellana; que crearon su propio vocabulario, lleno de bellos  vocablos y sonoros topónimos; que su labor fue muy beneficiosa para el monte, evitando plagas e incendios y favoreciendo la repoblación natural de lo que hoy son las más hermosas matas de pino silvestre.

Foto: Eutiquio Caneda

Ahora contemplo con agrado cómo surgen personas y colectivos, esos que conocemos como ecologistas y defensores de la naturaleza, preocupados solidariamente por la conservación de estos pinares –que no son de Madrid ni de Valladolid, porque son de todos y no son de nadie; y si de alguien fueren, siempre serían nuestros y de mis gabarreros,  no porque tengamos título de propiedad alguno, sino porque somos nosotros los que desde hace muchos siglos pertenecemos a esta sierra-, y pregono con orgullo que los primeros ecologistas que han sabido trabajar y conservar estos montes fueron mis gabarreros.

>En la actualidad, cuando los últimos gabarreros que se adentran en la espesura con sus caballos han pasado a ser una estampa romántica del pasado, me encuentro gozosamente recuperada esta palabra autóctona de la sierra de Guadarrama en las páginas de Internet, en las ferias internacionales, en las fiestas de promoción turística, en competiciones deportivas, museos, bibliotecas, libros, medios de comunicación, publicaciones, “crónicas gabarreras”... Siento,  pues, a mis gabarreros más vivos que nunca, y estoy convencido de que la cultura que forjaron constituye nuestra principal seña de identidad común.

Así somos, entre otras cosas porque así  lo han querido estos montes y esta cultura: “Serranos del Guadarrama con alma gabarrera”.  

Juan Andrés Sáiz Garrido.


©Pedro de la Peña García | cronicasgabarreras.com