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 Crónicas gabarreras:   Inicio >  Los Gabarreros >  Gabarreros de Valsaín (Emilio Montes Herrero).  


Foto: Emilio Montes

La gabarrería, actividad laboral que se desarrolló a lo largo de siglos en el marco de una economía de  subsistencia, así como otros trabajos realizados en el entorno de los montes de Valsaín, como fueron los llevados a cabo por cortadores y hacheros, carboneros, carreteros, boyeros, muleros, pastores y guardas, es una actividad que estuvo ligada a factores de diversa índole.

Entre ellos, hay  factores históricos relacionados con la ubicación geográfica de los montes de Valsaín, que han  determinado el uso y la explotación de los mismos. De gran relevancia es el haber sido testigos de  las diferentes culturas que por ellos han pasado. Precisamente, sobre ello quiero hacer alguna  consideración.

Sabido es que, tras la dominación romana de la Península Ibérica, de la que existe  en el pinar de Valsaín un vestigio importante, la calzada romana, fueron los musulmanes los que a lo  largo de ocho siglos, se asentaron en casi la totalidad de la Península y dejaron en ella la huella de  su cultura.

Valsaín se encuentra en la vertiente norte de la sierra de Guadarrama, nombre que le  dieron los musulmanes a esta sierra del Sistema Central. Pero, ¿se asentaron en Valsaín pobladores  de origen árabe o berebere? Parece ser que no, según Don Jaime Oliver Asín, quien fuera eminente arabista, filólogo y académico de la Real Academia de la Historia.

Los musulmanes, en un principio, coincidiendo con la invasión peninsular, por estrategia rehusaron introducirse en los bosques de la  sierra a partir de determinadas cotas y, por lo tanto, a atravesarla por zonas boscosas. Valsaín  quedó dentro de sus dominios y, a buen seguro, apreciaron su entorno y recursos naturales. Pero la falta de vestigios de tipo arquitectónico y la nomenclatura de la toponimia, es lo que hace pensar  que no hubo en Valsaín un asentamiento musulmán de carácter perdurable.

Segovia, durante la  Edad Media, estuvo bajo el dominio cristiano y musulmán de forma alternativa, hasta que fue  reconquistada finalmente por las tropas cristianas hacia el año 1085. Con la reconquista definitiva de Segovia, se procedió a su repoblación, hecho destacable y de gran trascendencia en su devenir.  Pero las incursiones sobre Segovia, continuaron sucediéndose desde que los musulmanes utilizaron como vía de paso a la meseta norte, la franja de terreno que hay entre El Escorial y Cebreros, que supone una ruptura del Sistema Central, entre la sierra de Guadarrama y la sierra de Gredos.

Por  esa franja de terreno y siguiendo la sierra de Malagón por sus cotas bajas, los musulmanes llegaron a tierras de la meseta castellana para realizar aquellas incursiones, según ha señalado el que fuese,  también, eminente arabista y académico de la Real Academia de la Historia, Don Emilio García  Gómez.

Debido a estas incursiones, Ávila y Segovia se constituyeron como plazas fuertes para la  resistencia y como bases de apoyo a la punta de lanza que, para el contraataque, tuvieron las tropas  cristianas en la fortaleza de Las Navas del Marqués.

Los musulmanes encontraron refugio en las  extensas masas de pinares existentes en las faldas de la sierra de Gredos, muchas de las cuales fueron mandadas quemar por los monarcas castellanos para expulsar a los invasores. ¿Qué habría  ocurrido si hubiesen utilizado el pinar de Valsaín como refugio para sus incursiones sobre Segovia, o en su huida? ¿Hubiese sido mandado quemar también?

Afortunadamente, no corrió la misma suerte  el pinar de Valsaín. La fortaleza militar de Segovia, ciudad amurallada, junto con la muralla natural que supone la sierra de Guadarrama, tan cercana a la capital, fueron suficientes para que quedara a salvo de ser utilizado como punto de paso por los musulmanes en su huida tras la reconquista de  Segovia y en las posteriores incursiones.

Más bien, el aprovechamiento de los pastos de Valsaín  sirvió ya en aquella época para que renaciese la actividad ganadera, fundamentalmente la  trashumante. Es de suponer que las leñas del pinar y de las matas eran también  aprovechadas, acarreándose a los núcleos de población que, como Segovia, durante siglos tuvieron en Valsaín su  mejor almacén de leñas.

Si en aquella época aún no existía en Valsaín un núcleo de población, cabe  suponer que los gabarreros que acarreaban a Segovia las leñas, e incluso pinos para ser utilizados  en la construcción, tenían que ser gabarreros procedentes de la propia Segovia o de otros núcleos  de población cercanos a la sierra.

De la misma manera que han existido factores históricos que han influido en que el pinar llegase hasta nuestros días tal y como la Madre Naturaleza lo desarrolló, han  existido también factores económicos que fueron determinantes para una mayor o menor  explotación de los recursos naturales existentes en los montes de Valsaín.

También lo fueron los  factores sociales, en relación con la población existente en las diferentes épocas y con la evolución  experimentada por la sociedad de Valsaín, como consecuencia de otros agentes, tanto políticos como económicos, y de la influencia que sobre dicha población han ejercido el propio desarrollo y el  crecimiento de otras zonas geográficamente cercanas.

Acerca de ellos quiero resaltar un hecho de  gran trascendencia y hacer, también, alguna consideración.

De izquierda a derecha: De pie, Antonio Montes, Guillermo Cabrejas, Julián Manso y Pedro Merino. Sentados, Castro Martín, Pedro Montes y Pablo García

El hecho de que a finales del siglo XIX  se estableciese en La Pradera de Navalhorno el Real Taller de Aserrío, fue para Valsaín un  acontecimiento de carácter económico y social relevante. En él se daban los principios fundamentales de la industria moderna, es decir, la disponibilidad de energía producida  artificialmente, (el vapor de agua y posteriormente la energía eléctrica), la división y especialización del trabajo, la concentración de los trabajadores y de las operaciones productivas en edificios  expresamente construidos y dotados de maquinaria y control unitario de la producción.

Había nacido la fábrica de madera de Valsaín. Y con ella se pretendía crear una industria que, económicamente hablando, tenía por fin llevar a cabo un proceso de producción de madera mediante el uso pleno y  racional de los recursos humanos y naturales.

La instalación de la fábrica de madera y la  subsiguiente necesidad de trabajadores asalariados, fueron la causa de que la mayoría de la  población laboral existente en Valsaín, (familias que con anterioridad se habían trasladado, como  consecuencia de factores políticos, desde diferentes zonas de la geografía peninsular, eminentemente forestales, como Galicia, Asturias, Cantabria y Vascongadas, entre otras), fuese  paulatinamente perdiendo su carácter de población laboral autónoma.

La producción de madera en  el centro fabril, utilizando medios propios de la industria moderna, coexistió con la de los pequeños  aserraderos levantados en La Pradera de Navalhorno por algunas de aquellas familias antes  mencionadas, en los que se utilizaban medios más rudimentarios y que, con el paso del tiempo y otras circunstancias, fueron desapareciendo en su gran mayoría o trasladándose a las ciudades  que, como Madrid y Segovia, demandaban el codiciado producto. Transcurridos unos años, el  sucesivo incremento de la producción hacía necesaria la contratación de más asalariados que, con  sus familias, provenientes del ámbito rural, se fueron asentando en Valsaín. Se produjo, por lo tanto,  un aumento de la población. Ambos factores, la instalación de una industria y el incremento  demográfico, fueron de capital importancia, socialmente hablando, para los cambios que, con el  paso del tiempo, habrían de producirse en Valsaín.

En estas circunstancias, la actividad gabarrera  adquirió mayor relevancia para la conservación del medio natural. Aunque se trataba de una  actividad laboral de mera subsistencia, fue de carácter vital para la economía de los hogares y  familias de Valsaín.

Era un trabajo duro y fatigoso, lleno de peligros y sinsabores. A la larga, era  causa de consecuencias impredecibles por las condiciones climatológicas tan adversas, tanto en invierno como en verano, a las que se exponían los gabarreros desde edad muy temprana. La fábrica de madera iba absorbiendo y dando trabajo, según las necesidades, a jóvenes ya curtidos en mil batallas como gabarreros. Sus instalaciones fueron testigos de cambios generacionales entre los trabajadores.

Tras la guerra civil, en los duros años de la posguerra y el racionamiento, la población  de Valsaín tuvo en la actividad gabarrera un asidero ante la situación de penuria en que se vio  envuelta.

¿Qué hubiera sido de la población de Valsaín sin la actividad gabarrera durante aquellos  años y los que les siguieron?

La necesaria instalación de un nuevo aserradero en el centro fabril, cuya puesta en funcionamiento se produjo mediado el siglo XX, volvió a generar expectativas de  trabajar como asalariados a los jóvenes de Valsaín.

El incremento de trabajadores en la explotación maderera a partir de entonces y la renovación generacional que se iba produciendo, hizo que la  población de Valsaín que se dedicaba en exclusiva a la gabarrería fuese descendiendo.

En el  desarrollo industrial y en el del sector servicios, buscaron también muchos jóvenes gabarreros un destino laboral, bien como asalariados en su gran mayoría, bien como trabajadores por cuenta  propia, una minoría.

Ello les permitió abandonar, tanto a unos como a otros, la dura y penosa actividad gabarrera.

Cierto es que todas las generaciones de gabarreros, siempre trabajaron para dar a sus hijos un futuro mejor.

Fueron multitud los gabarreros que ejercieron ese duro oficio y muchos los que dejaron su vida en aquel empeño. A todos ellos quiero rendir homenaje con este texto. 

Emilio Montes Herrero.


©Pedro de la Peña García | cronicasgabarreras.com