Esto es un viaje, nuestro viaje es muy importante, en él se habla de las posibles relaciones entre dibujo y naturaleza. Sí, debemos tener un objetivo, sin embargo sea diferente de una  fijación; si apartamos tal fijación prudentemente, se nos muestra más claro lo que vemos, queremos decir que nos permitimos ver las flores que encontremos en el camino. Es un viaje  artístico, simple y sencillo.

Comienza con la incisión más simple y elemental, la actuación de la mano del hombre, también por la comprensión de las formas casuales que la naturaleza ha ido aportando y por las diferentes ideaciones y plasmaciones; plantamos las semillas del arte para que afloren. Sabiendo que es la huella y origen de una voz que surgió en nosotros, fue una  primera pulsión que la plástica y el arte han ido mostrando. …

¿Y la vista?, sólo es un aspecto más de nuestro viaje en la relación dibujo-naturaleza. Se trata de nuestro mar adentro; la totalidad sincrónica de “mi voz y mi huella”, que ha de rimar con todos los acontecimientos vitales del alumno al dibujar.

Por tanto, ponemos el acento –inicialmente- sobre el proceso, más que sobre el resultado porque ello es enriquecedor. El camino por donde transitamos es lo verdaderamente importante, nos permite adquirir conciencia de qué percibimos a través del viaje, viendo el paisaje del mundo. El mundo que se va configurando a medida de cada  universo personal, sin renunciar a los aspectos que son constatables en esa realidad que va presentándose.

En nuestra observación un vendaval muestra la cara de una veleta, para  mostrar la otra cara, al cambiar el viento de dirección; pero es el mismo viento y la misma veleta.

Y si desde un tren contemplamos el paisaje, no interrumpimos el silencio de la mirada. La naturaleza está siempre disponible y entre nosotros.