Crónicas Gabarreras 0
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CRUZ DEL MINGUETE.

Foto:Crónicas Gabarreras

En la subida del Minguete, al lado de la carretera, encontramos una cruz con una inscripción que dice. “D. Francisco Galiana Serra. 19–12–1937. Su cadáver no fue encontrado.

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HACHEROS DE AGUILAFUENTE.

José Isabel Rosendo. Foto: Valle Isabel González

Genoveva Adeva guarda con cariño el hacha con el que su padre, Lorenzo Adeva (“El Páyaro”) trabajaba en el Pinar de Valsaín. El 19 de julio de 1936, mientras se hallaban en Siete Picos, fueron avisados del comienzo de la Guerra. El señor Lorenzo decidió que no abandonaría su herramienta de trabajo y emprendió una larga marcha, evitando caminos y carreteras principales, hasta su pueblo natal: Aguilafuente.

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SORTEANDO EL PELIGRO.

Foto: Eusebio Martín Merino

A veces la añoranza de los seres queridos era más fuerte que los riesgos acechantes: Eusebio Martín Herrero, al igual que otros vecinos del pueblo dispersos por sierra, aguardaba la llegada de la noche para atravesar las líneas del adversario y pasar unas horas junto a su familia.

 

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BOMBARDEROS.

Foto: Crónicas Gabarreras

Durante el ataque iniciado el 30 de mayo de 1937, una bomba cayó sobre la Iglesia de Valsaín, dejándola seriamente deteriorada. A partir de esa fecha, se ubicó en lo que había sido salón de baile y que posteriormente fue almacén de pienso de la señora Josefa y el señor Esteban, hasta que en 1948 se construyó la actual Iglesia en el Barrio Nuevo.

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CERRO PUERCO.

Foto: Juan José Martin Encinas

Es curioso que, en ambientes coloquiales, al Cerro Puerco se le denominara “Cerro Hueco”. Se debía a la existencia de glorias debajo de algunos parapetos (no hay precisión de cuantos, se supone que 3 o 4). En estos parapetos solían dormir los soldados para evitar el frío invernal sin que la luminosidad de la lumbre pudiera delatar sus posiciones.

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CHIQUILLADAS.

Foto: Eugenio Manso

Eugenio Manso era un crío de 6 años, bastante travieso. Al paso de una columna militar sólo se le ocurrió subirse en un banco, alzar la mano y gritar “¡Viva Franco socialista!”. El oficial al mando se volvió indignado preguntando a los allí presentes por los padres del chaval. Por suerte, todos evitaron responder, y, tras los primeros momentos de tensión, todo quedó en una chiquillada sin más trascendencia.

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DETALLES CURIOSOS.

Mariano López antes de la guerra. Foto: Pilar López Rodríguez

Por circunstancias de la Guerra, los jóvenes hermanos Pepe y Mariano López se fueron a La Granja a casa de Pepe Fraile. Allí, Mariano, aunque era un adolescente, salía a la calle en pantalones cortos con el fin de aparentar menor edad y evitar ser reclutado.

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PARADÓJICOS DESTINOS.

En la foto aparece José Isabel Rosendo. Foto: Julio Isabel

Nadie duda que los hermanos Isabel Rosendo fueron una familia muy unida antes y después de la Guerra. No obstante, igual que sucedió con otros muchos hermanos, unos se vieron obligados a combatir en “zona roja” y otros en “zona nacional”.

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AMORES QUE PERDURAN.

Nemesio y Basilia en Montluçon. Foto: Jesús Goya López

La Guerra y sus consecuencias los separó físicamente, pero no pudo derrumbar el amor que les unió antes del conflicto, cuando se hicieron novios. En 1947, Nemesio Goya desde Montluçon (Francia) y Basilia López desde Valsaín, se casaron “por poderes” (en el papel de novio actuó el que fue su cuñado: Ramón Goya). Luego, ella emprendió un largo viaje hasta cruzar los Pirineos reunirse con su marido. Allí nacería su hijo, Jesús Goya López, “El Francés”.

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CORAJE DE MUJER.

Antonia Aparicio y su nieto. Foto: Pilar González

Muchas penurias atravesó Antonia Aparicio por culpa de una guerra que la dejó viuda y en precaria situación económica. Durante el conflicto trabajó en León como cocinera de la “Sección Femenina”, mientras su hijo Antonio se dedicaba a la venta ambulante de periódicos. Después regresó a Valsaín con poco más que el día y la noche. Llegó a “ir al Pinar” e incluso se vio en la obligación de “pedir por los pueblos”. Años difíciles que, con mucho esfuerzo y continua lucha consiguió superar.

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RESTOS DE LA GUERRA.

Foto: Crónicas Gabarreras

En la foto se muestran fragmentos de metralla extraídos de los pinos por César de la Flor durante la elaboración de la madera en el Aserradero. Los restos de guerra perduran durante años: así en los años 70, durante el derribo de una casa frente a la Iglesia, apareció una bomba de aviación en perfecto estado. Caso más reciente es el de un chico de Valsaín que, tras el recreo del colegio, les dijo a los maestros que tenía en la mochila una granada que había encontrado en el Parque, afirmación que no fue tenida en cuenta por sus profesores, hasta que comprobaron estupefactos como el chaval mostraba el artefacto explosivo y llamaron a la Guardia Civil para que se hiciera cargo del peligroso hallazgo.

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REGIONES DEVASTADAS.

Antonia Martín Vázquez. Foto: Archivo fotográfico CENEAM. O.A - PARQUES NACIONALES

Tras la Guerra, se creó la Dirección General de Regiones Devastadas dentro del Ministerio de Gobernación, en la que se integraron la Fábrica de Maderas y los Montes de Valsaín.


©Pedro de la Peña García | cronicasgabarreras.com