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 Crónicas gabarreras:   Inicio >  En los sentimientos >  El señor José Isabel: Mi Abuelo (Mª del Valle Isabel González).  


José Isabel Rosendo. Foto: Valle Isabel González

Ante todo, decir que este relato NO es una crítica a nada ni a nadie, sino que es simplemente la historia de una gran persona: MI ABUELO.

Apenas le conocí, ya que falleció cuando yo tenía 8 años, así todo lo que puedo contar de él viene de escuchar a las personas de mi alrededor que le conocieron.

Él nació y se crió en Valsaín, junto a sus cinco hermanos, a los que ayudó y quiso cuanto pudo. Amaba Valsaín y todas sus tradiciones, y desde muy joven comenzó a trabajar en la Fábrica de Maderas, como la mayoría de los hombres del pueblo.

Valsaín era (y es) un pueblo rico en pinares, por ello la Fábrica de Maderas era el sustento del pueblo, y de ella vivían prácticamente la totalidad de las familias.

Para todos los hombres era un orgullo poder trabajar en la Fábrica, y continuar así con sus tradiciones, ya que la madera, en nuestro pueblo, suponía no sólo una tradición, sino también una forma de vida.

Se casó y tuvo dos hijos: mi padre, Julio, y su hermana Merce, a los que quiso como nadie y crió de la mejor manera que un hombre puede criar a sus hijos,con cariño y un gran respeto.

A la vez que trabajaba en la Fábrica de Maderas durante el día, lo hacía también en la Panadería de Pablo Valdenebro por las noches, y ellos se convirtieron para él en su segunda familia.

Era, como se puede ver, un hombre sacrificado en el trabajo, pero eso no le influía en el carácter, porque, aunque se pasara tantas horas de tarea, siempre tenía una sonrisa y un gesto de cariño para con los demás, y con el poco tiempo restante que le quedaba, visitaba a sus sobrinos, se disfrazaba en Carnaval, etc, sin flaquear jamás; vivía cada minuto con intensidad, como si cada uno de ellos fuera el último.

Pero la desgracia llegó a su vida en el año 1975; un fatídico accidente en la Fábrica de Maderas le dejó postrado en una silla de ruedas, hasta ocho años más tarde, cuando falleció.

Aún con su desgracia, siguió siendo un hombre afable y cordial con todo el mundo, y él mismo se encargaba de robar una sonrisa a los que a su alrededor estaban cuidándole, haciendo que para ellos la tragedia se suavizara. Tanto para mi abuela, como para mis padres y mis tíos, el pasar a cuidarle fue muy duro, ya que entraron en un mundo que desconocían, pero él siempre hizo que todo fuera lo mejor posible, y siempre procuró tirar de ellos para que no flaqueasen.

Todavía le recuerdo viendo en televisión las corridas de toros que tanto le gustaban, y jugando con mi hermana y conmigo a la “Perejila”; NUNCA PERDIÓ LA SONRISA, NI EN LOS PEORES MOMENTOS. Nos sentábamos en los reposapiés de la silla para ir de paseo, ya que a él le encantaba. Pero, eso sí, nunca exigió; dónde le llevaras, allí iba contento.

Bueno, parece que me acuerdo de más cosas de las que yo pensaba, el resumen sería: FUE UN BUEN MARIDO, UN BUEN PADRE, Y UN GRANDÍSIMO ABUELO.

Este relato, como bien he dicho al principio, NO es una crítica a nada ni a nadie, sino que fundamentalmente es UN HOMENAJE A MI ABUELO, que tuvo la desgracia de accidentarse realizando el trabajo que tanto quería y que, como dije anteriormente, se convirtió en una forma de vida para todos los que, como él, amaban a su pueblo.

Para finalizar, este HOMENAJE lo traslado a mi otro abuelo, ANTONIO GONZÁLEZ APARICIO, el cual falleció el pasado septiembre, cuando este relato ya estaba escrito; él también sufrió un accidente trabajando en la Fábrica de Maderas, más leve, pero que le obligó a jubilarse a muy temprana edad.

Por consiguiente, también amplío este homenaje al resto de los hombres que trabajaron en la Fábrica, y tuvieron igual o mejor suerte que ellos, y que para todos, nuestro pueblo se ha convertido en uno de los que posee los mejores pinares de España y trabaja la madera como nadie.

Mª del Valle Isabel González.

©Pedro de la Peña García | cronicasgabarreras.com