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 Crónicas gabarreras:   Inicio >  Gabarreros >  Tronzadores (Javier Rodríguez Sánchez).  


Foto: Javier Rodríguez Sánchez

Vamos a recordar a los tronzadores. En la fiesta, ya se les hace un homenaje al realizarse el concurso de corte con sierros. Llamaban tronzadores a los trabajadores que, en la fábrica de Maderas, realizaban las operaciones de cortar en trozos los pinos, con unos útiles llamados sierros.

Voy a recurrir al comentario que hacía a sus nietos, uno de los últimos tronzadores de aquella época que nos queda en el pueblo, Leandro Rodríguez Fernández: – Abuelo, y tú cuando trabajabas en la fábrica, ¿qué hacías? – Bueno, yo, cuando comencé a trabajar en la fábrica, entré en la zona del encastillado. La madera, una vez cortada y seleccionada, la teníamos que colocar, apilándola en forma de castillos para que se secase, de ahí el nombre de encastillado. – ¿Y estuviste allí siempre? – No, luego pase al tronzado y allí estuve durante 33 años haciendo de tronzador. – ¿Qué era ser tronzador? – Pues era una tarea de las muchas que hay o había, desde que se marcaban y cortaban los pinos hasta que salía la madera de la fábrica en las diferentes formas: gemas, tablas, tablones, listones, costeros etc.

El tronzado consistía en trocear (serrando) los pinos que habían sido cortados en el pinar y traídos en los carros (posteriormente los traían en camiones) a la zona de la fábrica, para sanear y hacer trozos a las medidas que nos decía el capataz, después de que cubicase los pinos, primero estaba mi padre, Ambrosio Rodríguez y, cuando se jubiló, pasó a ese puesto Emeterio Berrocal. Una vez cortados los pinos, los cargaban en vagonetas y los llevaban al interior de la fábrica.

Leandro Rodríguez. Foto: Javier Rodríguez Sánchez

Cuando comencé como tronzador, se trabajaba por parejas y en ese momento estaban formadas de la siguiente manera: Alfonso Sabuquillano y Agustín Rodríguez, Mariano Rodríguez (Escobar) y Julián (el Sordo), Juan Castán y Juan Sabuquillano (Perindicha), Martín Bayón y Pedro Merino; a este último fue al que yo sustituí. Más tarde, y según iban saliendo alguno de los que había, entraron Leonardo González, Julián Castán, Paco García (Colomba), Joséde Benito (Calores), Julián Alonso (Rebenguino) y el último, Juan de Santos (Juanín).

En mis comienzos, en el tronzado se trabajaba con unos sierros que los llamaban sierros gallegos: en un extremo el asa tenía un palo en sentido transversal para que uno pudiese agarrar con las dos manos y se hiciese la fuerza al cortar tirando de él, y en el otro extremo el palo o agarradero estaba en sentido vertical para que el otro tirase de él sin hacer presión hacia abajo; esto era porque los dientes del sierro sólo tenían corte hacia un lado y se tenían que compaginar bien las dos personas en el movimiento de ida y vuelta de la hoja, uno tiraba de él para cortar y el del otro lado le acompañaba y recuperaba el sierro para comenzar de nuevo el movimiento, el montón de serrín se formaba sólo a un lado del pino que se estaba cortando.

Después trajeron el sierro chiquichaque, con el que el corte ya se realizaba en las dos direcciones, tanto a la ida como a la vuelta. Es el más conocido, y los dientes del sierro tenían corte en los dos lados, el serrín se amontonaba en ambos lados.

Más tarde, nos vino un gran adelanto. Fue el atracán, un sierro eléctrico que nos quitó mucho trabajo a pesar de que pesaba unos sesenta kilos y se transportaba entre dos personas; en un lado tenía el motor con dos asas para su manejo, y en el otro lado del espadín (que medía un metro y medio), tenía otro asa para poder agarrar la otra persona. Para serrar con él, se apoyaba el espadín en el pino por el lado del motor, y se iba bajando el espadín desde el otro lado, al estilo de una cizalla.

Pasaron unos años y trajeron los motosierras, estos ya no eran eléctricos sino que tenían un motor de gasolina, con un espadín de medio metro; lo manejaba sólo una persona y con estos ya era un alivio las operaciones de tronzado.

Posteriormente, hicieron una serie de modificaciones en la fábrica y un gran cambio en la maquinaria y estas operaciones dejaron de hacerse en la fábrica (zona del tronzado), al meter directamente los pinos según los traían del pinar.

Ahora, las operaciones de tronzado se realizan directamente en el pinar con los motosierras, donde hay verdaderos artistas manejando dichas herramientas.

Javier Rodríguez Sánchez.


©Pedro de la Peña García | cronicasgabarreras.com