Crónicas Gabarreras 0
 Crónicas gabarreras:   Inicio >  En los sentimientos >  Donde habita el recuerdo (Ángel Arcones de la Peña).  


Foto: Ángel Arcones

Ya que tengo la oportunidad de escribir en esta revista, interesante tanto por sus artículos como por sus fotografías y que, en mi opinión, es un acierto de los que la llevan a cabo, quiero comenzar hablándoles de Gregoria Álvaro, más conocida como “Gregoria la de la gasolinera”, mi abuela.

Nació en La Granja el 4 de enero de 1900, se casó con Pedro de la Peña y tuvieron tres hijos: José Mª, María y Rosa, los cuales se quedaron huérfanos de padre desde muy pequeños, por lo que mi abuela tuvo que trabajar para sacarlos adelante, como tantas otras mujeres del pueblo. única gasolinera que hubo en el pueblo, situada en La Pradera, donde ahora se encuentra la parada del autobús, y, pese al tiempo que ha pasado, todavía hay gente que sigue diciendo “donde la gasolinera”. Recuerdo que mi abuela me contaba que estaba en casa, donde vive ahora mi tía Angelines, y que salía a atender cuando pitaban los camiones que llegaban a repostar. Pasaban pocos en esos tiempos.

A los pocos años de acabar la Guerra Civil, trasladaron la gasolinera al pueblo de San Rafael, y a mi abuela le propusieron mudarse y seguir allí trabajando, pero ella no quiso dejar Valsaín. De esta manera es como comenzó a comprar callos en el matadero de La Granja y a venderlos por el pueblo junto con las morcillas que ella misma hacía y que, según mi madre, eran buenísimas. Mi tío José Mª, de muy pequeño se colocó de botijero en una fábrica que tenían “los Heras”, pero pronto dijo que le pagaban muy poco y convenció a mi abuela para que le comprara un burro para ir al Pinar. Al poco tiempo fueron cuatro burros y, más tarde, caballos; así, mi abuela dejó las morcillas y mi tío, con el trabajo del Pinar y un poco de ganado, sacó a su madre y sus hermanas adelante. Un tiempo en que ella estuvo en Madrid viviendo en casa de mi madre y yo iba al pueblo, al volver siempre me preguntaba: ¿qué tal están todos?, ¿y qué tal el ganado, ha habido alguna desgracia, se ha muerto alguna vaca? Siempre pendiente del pueblo, vivió hasta los noventa y tres años.

Yo nací y viví en “los Chozos” hasta los cinco años. Después nos fuimos a “las Casas Nuevas”, hasta que me llevaron llorando a Madrid a los once; que si esperan unos años más no me llevan, porque yo he entrado en Madrid, pero Madrid en mí no. Soy de los que vive en Madrid siempre pensando en Valsaín: un día libre, al pueblo; vacaciones, al pueblo; fiestas, al pueblo… y cuando me jubile, al pueblo. Siempre he venido a las fiestas de Valsaín, sobre todo a los toros, que es lo que más me gusta, y nos pasamos la tarde diciendo: “este chico es de tal, esta chica es de cual”, y si no le conocemos, a preguntar a Paquito. Me casé con una chica de La Granja, como casi todos. Hija de “Foro”, quien con mi tío José de la Peña y, según he visto y oído, han sido dos de los mejores gabarreros. Lo poco que fui al Pinar fue con mi tío José; siempre recuerdo una corta que sacamos en la Fuente de La Reina, mi primo Pedro estaba en a mili, la cortaron “Savedra” y sus hermanos. Mi hermano José Mª cuenta que una temporada dejó de ir a la escuela para ir con mi tío José al Pinar, ya que sólo dejaban llevar un caballo por persona, y así podían sacar dos cargas, y que mi tío siempre decía: “¡Aquí no hay ná!”, y luego hacía las dos cargas, y más si hiciera falta.

Foto: Ángel Arcones

Lo que más me gustaba era ir a ver las vacas al Pinar y bajar los terneros a casa. Como yo era el pequeño, bajaba los caballos, montaba en uno y los demás atados detrás. Mientras, mi tío iba andando delante de las vacas con el talego de la sal, y los demás, mi hermano y mis primos, corriendo para que no se escaparan. Cuando yo llegaba ya llevaban tiempo en casa. Llevábamos los terneros al matadero atados y andando, a que los matara Benito y Manolo el carnicero. No se me olvida. Cuando voy al pueblo después de pasar unos días de vacaciones y corono Navacerrada, siempre pienso: “donde hemos ido es muy bonito, pero como esto no lo hay en ningún sitio”.

Para mí, lo más hermoso del Pinar son su río y sus arroyos, donde yo empecé a pescar. Mi primera trucha a caña la saqué con Marcos “Manzanillo” en La Chorranca. Entonces se podía pescar en los arroyos. Hoy, con una caña en un río soy “el tío más feliz del mundo”. No quiero ser muy pesado con la pesca, porque cuando los pescadores nos ponemos a contar batallas es interminable y es que cada día que uno sale de pesca es una historia, y si no, que se lo pregunten a los pescadores de Valsaín, que hay muchos y muy buenos. No puedo olvidar cuando iba con mi padre de pesca y pescábamos con las varas. Empezaba él pescando y luego me hacía una a mí. Recuerdo cuando tenía siete años, en los pozos de la Boca del Asno, me decía mi padre “sujeta la caña”, yo la cogía y decía él “¡tira, tira!” y ya estaba la trucha enganchada y yo tan contento porque creía que la había pescado. Años después, le vi hacérselo a sus nietos.

Tengo en mi memoria esos días de pesca con Ricardo. ¡Qué afición tenía él a esa edad! Mis verdaderos maestros han sido Paco “el Gato” y Paco Sanz. Soy un gran aficionado a la pesca, respetando las leyes y soltando las truchas pequeñas. Así podremos tener siempre truchas en nuestros ríos, ya que ahora somos más pescadores que truchas. Ya estoy deseando volver otra vez y que empiecen las fiestas y ver a todo el pueblo más unido que nunca.

Ángel Arcones de la Peña.


©Pedro de la Peña García | cronicasgabarreras.com