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 Crónicas gabarreras:   Inicio >  Anécdotas y curiosidades >  Los túneles de Valsaín (José Manuel Martín Trilla).  


Foto: Esther de Aragón Balboa-Sandoval

Días enteros estuvieron dando vueltas en la oscuridad por aquellas galerías, sin medios para orientarse ni provisiones para llevarse a la boca, durante los cuales están seguros de haber recorrido multitud de veces los mismos caliginosos lugares, sufriendo alucinaciones y estando a punto de perecer en ignorados precipicios.

Así nos describía Jesús de Aragón en su obra “La sombra blanca de Casarás” los pasadizos que atraviesan las entrañas del pinar; siniestros corredores por donde vaga errante el caballero templario “Hugo de Marignac”. Un relato propio de una mente cuya capacidad imaginativa era asombrosa… ¿O quizás no era todo fantasías suyas? De hecho, es probada y comprobada, la existencia de dichos túneles,habitantes de Valsaín, pues han permanecido accesibles hasta hace poco tiempo y por los cuales, armados de valor, voluntad y una tea encendida, los más decididos osaban adentrarse al interior, recorriendo distancias relativamente largas hasta que, presas lógicas del pánico, daban media vuelta y regresaban en busca de la ansiada luz solar.

Según testimonios fehacientes y de auténtica credibilidad, se podía acceder a las subterráneas galerías por varias entradas distintas: - Una de ellas se encontraba muy cercana a las antiguas escuelas de Valsaín, en un parapeto del que aún quedan vestigios. Un entretenimiento ideal con el que alimentar el insaciable espíritu aventurero de los jóvenes estudiantes y su avidez por descubrir ocultos secretos. El citado corredor medía cerca de dos metros de altura y otros tantos de ancho, sujetándose su estructura por gruesas vigas de madera. Durante los años sesenta, algunas de estas vigas cedieron y se hundió el terreno taponando parte del recorrido, sin embargo, este mismo suceso dejó al descubierto una nueva boca más accesible. Permaneció en estas condiciones aproximadamente un año hasta que, ante las quejas lógicas de los profesores por el peligro que suponía, se condenó dicha vía. - Solía contar Lorenzo Fernández que había una entrada justo delante de su casa, a unos cuarenta o cincuenta metros de la “Casa de la Hierba” (hoy peña “el Tizo”). Él aseguraba haber penetrado por un túnel hasta aproximadamente la “Casa de los Guardas” y allí se dividía en tres galerías que se dirigían hacia el Palacio, hacia la citada “Casa de la Hierba” y la tercera hacia “El Parque”, por la cual, y atendiendo a sus propias conclusiones, llegó hasta el “Puente de Caballerizas”. Un derrumbe en la arqueta que servía de acceso a los corredores fue la causa por la que se cerró esta entrada. - Otra boca se encontraba en los sótanos del Palacio, bajo la torre que aún queda en pie. El pasadizo se orientaba igualmente hacia “El Parque de Valsaín” y conectaba con otro cuyo sentido era el “Foso del Palacio” continuando en dirección al río Eresma. Creo preciso comentar que, justo por debajo del estanque citado anteriormente, junto a una gruesa piedra, se hallaba un hueco que conectaba con una galería de gran profundidad (algunos hablan de ocho o diez metros) por donde discurría un arroyo subterráneo. Enlazando con los datos aportados por Lorenzo Fernández, es probable la existencia de una enorme alcantarilla que se dirigiera desde la “Casa de la Hierba” hasta el Palacio, allí se utilizaría como desagüe de “El Foso” y continuaría hasta… Aquí se pierde la pista. Hacia la década de los cincuenta, la caída de un buey propiedad de “Patrimonio Nacional” por la vía de entrada a los sótanos llevó, consecuentemente, a su inutilización. A finales de los sesenta, el estanque de “El Foso” se cubrió con los escombros procedentes del derribo de “los Chozos de La Pradera”.

No dispongo de datos suficientes para realizar un examen más exhaustivo, simplemente me he limitado a exponer algunos testimonios que obraban en mi poder, a sabiendas que otras anécdotas y otros detalles, por desgracia, se nos habrán quedado en el tintero. Sea como fuere, lo cierto es que los túneles de Valsaín existieron (mejor dicho,existen) y forman parte de nuestra historia, mezcla de la realidad con la fantasía, y convertida en leyenda. ¡Ah! Y “ojo” a espeleólogos y aventureros obcecados en descifrar los enigmas de nuestro subsuelo; no sea que despertéis de su sueño eterno al fantasma de Hugo de Marignac.

José Manuel Martín Trilla.


©Pedro de la Peña García | cronicasgabarreras.com