Crónicas Gabarreras 0
 Crónicas gabarreras:   Inicio >  Gabarreros >  El llanto del Pinar (José Manuel Martín Trilla).  


Foto: Miguel Ángel Ramírez

Entre los pinos, mientras el tinte negro de la noche cambia a los tonos grises de una penumbra que, en el subconsciente, nos retrotrae cuarenta años más atrás; se entrevé la figura del Gabarrero, sentado sobre la "jalma", a lomos de su caballo. Cuando la claridad del amanecer que avanza transforma los grisáceos por los auténticos colores del día, contemplamos nítidamente al Gabarrero: Su rostro curtido, su corta estatura hábilmente compensada por su desarrollada fortaleza física, unas manos cuyas callosidades se adaptan perfectamente al manejo diario del hacha...; un personaje al que las adversidades de la "Madre Naturaleza" han convertido en un "hombre duro" (que no un "hombre triste").

Estos días son algo especiales para el Gabarrero; se avecinan las Fiestas y una noche de éstas quiere traer una carga extra de leña que luego venderá en el almacén de "los Pélagos", el de Lucio, o el de Pepe Fraile; con ello obtendrá unas monedas con las que sufragar los gastos de la festividad. Pero una razón muy distinta ha convertido el día en especial: Algo ha espantado tu caballo y has caído al suelo; un fuerte golpe, un dolor intenso..., notas esa tibia sensación que queda cuando se va escapando la vida. ¡Mira el Pinar Gabarrero!; porque hoy es el último día que como mortal puedes contemplarlo.

El 1 de octubre de 1962 el Gabarrero se cayó de su caballo y se partió la columna. Juan, su cuñado, su "compañero de fatigas" corrió al pueblo en busca de ayuda. Le recogieron en un ondulado paraje camino de "Prao Redondillo" y le trasladaron a Segovia, donde, tras comprobar la gravedad de sus heridas, partieron al día siguiente con él hacia una clínica madrileña de la cual ya no regresaría. Las penurias económicas de la época imposibilitaron a la familia devolverle al pueblo que le vio nacer, siendo enterrado en Madrid el 5 de octubre, un martes de las Fiestas de Valsa¡n por las que profesaba un especial cariño. Un año después, un capricho del destino se ¡levó a un hermano suyo, de nombre también Juan, tras caerse de un pino.

Si en la penumbra de las mañanas viajas por estos bosques y cierras los ojos, quizás puedas sentir al Gabarrero y a otros muchos gabarreros caminar por las tortuosas veredas de nuestros grandiosos pinares.

Aquel Hombre se llamaba Ángel Ramírez. Aquel día, el Pinar... ¡¡LLORÓ!!.

José Manuel Martín Trilla.
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Cuando veas la tormenta
con toda su furia
y el poder del rayo
tronche la rama del pino
cerca de tí,
no llores gabarrero.

Si el frío se cierne
sobre tu piel.
Si el hacha corta tu carne,
Si caballo y carga caen
a tus pies,
no llores gabarrero.

Escucha el canto del jilguero,
el ladrido del corzo,
observa el gatear de la ardilla
y si el bosque no responde
en tu sentir,
entonces, llora gabarrero,
que algún día el pinar
llorará por tí


©Pedro de la Peña García | cronicasgabarreras.com