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 Crónicas gabarreras:   Inicio >  Fiestas y Tradiciones >  La corta de Troncos (Pedro de la Peña García).  


Foto: David Martín 

Desde hace ya muchos años, una de las señas de identidad de Valsaín son sus cortadores de troncos o "aizkolaris", hombres aficionados a practicar la corta de troncos, a los que tenemos que agradecer tanto el permitirnos disfrutar de su destreza, como el reconocimiento del que goza nuestro pueblo gracias a sus gestas y exhibiciones, tanto en la provincia como fuera de ella.

Esta disciplina, además de en Valsaín, se encuentra muy arraigada en la zona norte de España, donde parece ser que tiene su origen, y cuenta con una serie de características curiosas de conocer que se enumeran a continuación.

La corta de troncos ("aizkona" en Vasco) consiste en un desafío de "aizkolaris", atletas que compiten en el corte de un determinado número de troncos de árboles, de un grosor previamente pactado. Normalmente estos troncos son colocados en tierra y sujetados al suelo mediante carriles de madera, de modo y manera que cada fila de troncos quede dividida en dos calles por las que cada competidor discurrirá efectuando los correspondientes cortes.

Esta prueba, además de vistosa y espectacular, es muy dura, y exige a quienes participan en ella unas condiciones atléticas excepcionales. En efecto, el aizkolari tiene que ser, en principio un hombre de gran fortaleza física, tanto de brazos como de piernas: los brazos para manejar el hacha, levantándola a cada golpe por encima de su cabeza y asestando luego el tajo sobre el tronco para reiniciar la operación. Las piernas para sostenerse en equilibrio sobre el tronco, realizando a cada golpe, un esfuerzo compulsivo y acompasado que refuerce el hachazo.

Debe tener, al mismo tiempo, una cintura flexible y poderosa que le permita realizar todas la flexiones necesarias para llevar a cabo su "tarea" sin que se resientan sus músculos dorsales o su columna vertebral. Ni que decir tiene que sus manos deben tener la fortaleza de tenazas capaces de sujetar el hacha sin resentirse durante toda la duración de la prueba. Sus pies, la dureza y sensibilidad de los de un equilibrista, capaces de amarrarse como lapas a cada tronco, manteniendo al atleta enhiesto sin un solo momento de debilidad o desmayo, especialmente cuando refuerza el golpe utilizando sus piernas como palancas auxiliares.

El buen aizkoiarí tiene, además, que reunir determinadas condiciones físico biológicas: una amplia caja torácica que le garantice una respiración acompasada al ritmo de sus golpes de hacha; un corazón fuerte y de lento latido que le permita un ritmo continuado y uniforme; una gran coordinación psicosomática mediante la cual logrará asestar siempre su hachazo en el punto elegido y con la fuerza precisa; y una gran capacidad de concentración psicológica para dominar su ritmo de trabajo y evitarse movimientos espasmódicos o decaimientos intermedios.

LAS PRUEBAS Y LOS AYUDANTES

Las pruebas de aizkolaris pueden concertarse como un desafío entre dos alzkolaris, como un campeonato con participación de varios (individual o por parejas), o como una simple exhibición. Cuando se especifica la celebración de la prueba, se relacionan todos los aspectos, precisando siempre el tipo de madera, el grosor o circunferencia de los troncos, la longitud mínima que deben tener para que cada aizkolari pueda dar en él cómodamente su corte correspondiente, determinándose que los troncos se presentarán sin ramas ni nudos a la vista.

Dibujo: Luis Peinador 

La madera sobre la que se compite en nuestra zona es, por supuesto, el pino de Valsaín, pero no es el pino la única madera que se utiliza para este deporte. En el norte se utiliza el haya verde, que tiene la ventaja de ser una de las especies autóctonas más comunes del paisaje vegetal del País Vasco.

Una vez cortado el tronco, la textura de la madera es diferente según la parte del tronco que se elija, siendo más duro el tronco cuánto más cerca se corte de la raíz.

En Valsaín, los cortadores no cuentan con una estructura de equipo tan organizada como los aizkolaris del norte, compuesto por dos ayudantes o auxiliares: el "enseñador" y el "botillero".

El "enseñador", provisto de una "makila" o grueso palo, uno de cuyos extremos ha sido rebajado para terminar en una especie de punta roma, tan ancha como el diámetro del propio palo, y que tiene la misión de ir enseñando al aizkolari los puntos donde ir asestando sus golpes. El "enseñador", a su vez, con su "makila" va limpiando las astillas que no han caído por su propio peso de la zona de corte del aizkolari. En ocasiones, el "enseñador" es un ayudante o auxiliar del aizkolari, contratado exclusivamente para la prueba. En otras, el "enseñador" es, al mismo tiempo, el entrenador y el profesor permanente del aizkolari.

El "botillero" realiza durante la prueba diversas tareas de asistencia al aizkolari, siendo a veces la más importante la de jalearle y animarle con sus voces así como cronometrar el tiempo e informar sobre cómo van los otros aizkolaris. El "botillero" reúne dos condiciones esenciales Por un lado, goza de la total confianza del aizkolari y al mismo tiempo, es un experto conocedor de la técnica de corte y de los hachas. El "botillero" le da de beber y le refresca cuando lo necesita, enjuga su sudor cuando es preciso y tiene a su alcance el hacha adecuada en cada momento, secando cuidadosamente los mangos después de su utilización. Es preciso mencionar que éste vigila con un ojo la tarea de su aizkolari y con el otro la del rival.

TÉCNICA DEL CORTE DE TRONCOS

El corte de un tronco tiene varias fases o secuencias que podríamos resumir de la siguiente manera. La fase inicial es la de apertura de corte y consiste en que mediante potentes golpes de hacha sesgados, el aizkolari haga tres sajaduras iniciales en la madera, dos de ellas paralelas entre sí, y una tercera casi perpendicular a estas dos. De esta manera, abre un ángulo de diedro en el tronco que ocupa dos terceras partes de la parte superior del mismo.

La segunda fase es la de apertura de fondo o zona exterior del tronco más próxima al suelo, en la que para trabajar hace falta un hacha con el mango más largo. Y que en los troncos más gruesos exige especial habilidad y técnica, ya que el aizkolari desde su posición no tiene una visión directa de la zona en la que tiene que trabajar.

Terminadas estas dos fases anteriores, el aizkolari ha hecho un profundo y ancho corte que deja a la vista el núcleo más duro del tronco. Ahora tiene que cortar este núcleo y utiliza para ello un hacha menos pesada, pero con un filo más afilado y resistente.

De este modo, cuando el aizkolari cree que ya ha llegado ala mitad del tronco, da media vuelta sobre el mismo y comienza la misma tarea por el otro lado. Su habilidad le permitirá diseñar, desde el primer hachazo, este nuevo corte, de modo que vaya a coincidir con el de la primera mitad de manera exacta.

LOS HACHAS

El hacha ha sido, a lo largo del devenir histórico del hombre, el más universal de sus utensilios de trabajo, la más antigua herramienta conocida. El hacha vasca, tanto en diseño como en calidad de material, ha podido vanagloriarse de ser la mejor del mundo, pero en los últimos veinte años se viene utilizando el hacha australiana, ya que es más ligera y afilada que las empleadas con anterioridad.

ANTECEDENTES

Resulta necesario retrotraerse en el tiempo para indagar sobre el origen de la corta de troncos ("aizkora"). Durante la Edad Media, la construcción naval y la ferrería tuvieron mucha relevancia en el País Vasco, y dado que se requerían grandes cantidades de madera y carbón, abundaban los leñadores y carboneros. Así, los hombres que trabajaban en la tala de árboles en los bosques comenzaron a hacer apuestas sobre quién cortaba antes un tronco. Si bien al principio esas competiciones tenían lugar en el bosque y en la más estricta intimidad, con el tiempo se fueron consolidando, y en el siglo XIX las pruebas de aizkora se integraron dentro del programa de las llamadas "Fiestas Euskaras". Hoy en día, es uno de los deportes populares más conocidos.

En Valsaín es fácil adivinar el origen de nuestra tradición, sin duda han tenido mucho que ver oficios tan arraigados a nuestro pueblo como el de "hachero", "gabarrero" y otros relacionados con el entorno del pino que puebla nuestro monte. En la actualidad podemos disfrutar de la destreza de nuestros cortadores además de en la festividad de San Antón, en las fiestas en honor a Nuestra Señora del Rosario, que tienen lugar en los primeros días de septiembre en Valsaín, tratándose sin ninguna duda del acontecimiento "estrella" de esta festividad. También se llevan a cabo numerosas exhibiciones y concursos por toda la provincia de Segovia e incluso otras provincias.

La corta de troncos no es sólo conocida en España; también en Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda se celebran competiciones de este tipo. No obstante, en estos otros países las pruebas no duran tanto como, por ejemplo en Valsaín, Navarra o el País Vasco. Mientras que aquí una prueba puede alargarse durante 30 minutos, en aquellos suelen ser de 2 ó 3 minutos. Además, en España, los aficionados a la Corta de Troncos proceden por lo general del ambiente rural. En EE.UU. o Canadá, sin embargo, un abogado o un médico puede optar por practicar el corte de troncos en lugar de tenis u otro deporte, aun haciéndolo a modo de aficionado. Actualmente este deporte cuenta con poca cantera, ya que hoy en día pocos jóvenes trabajan en el monte, no tienen madera a mano, y para entrenarse tienen que ir a por ella y prepararla, así que se decantan por otros deportes que les resultan más fáciles.

Dedicado a Félix Gil, quien fuera gran amante de este deporte y extraordinario colaborador en todos los eventos y actividades encaminadas a amenizar la vida en nuestro pueblo, algo por lo que nunca le olvidaremos y siempre estaremos orgullosos de él.

Pedro de la Peña García.


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